

Imaginen, por un instante, que dependen de una silla de ruedas para moverse. Imaginen que necesitan hacer un trámite urgente, personal e intransferible. Y que llegan al edificio correspondiente solo para descubrir que aquello parece más bien un museo de obstáculos: escaleras, pasillos imposibles, puertas estrechas y la ausencia total de una sala de espera decente. Imaginen además que los funcionarios tienen que hablarles a gritos desde su ordenador porque, claro, la tecnología no sube ni baja escaleras.
Ahora imaginen que llevan décadas pidiendo una reforma. Décadas. Y que esas solicitudes han ido cayendo en saco roto.
Bien, dejen de imaginar. Esto es la realidad diaria en la ciudad de Teruel. Hace 30 años que comencé mi camino en el movimiento asociativo y reivindicativo por las personas con discapacidad, especialmente las que tenemos movilidad reducida. Y desde el minuto uno señalé lo obvio: la falta de accesibilidad en las oficinas de atención al público del Ayuntamiento y de la policía local. Han pasado alcaldes y concejales, y a todos ellos les he recordado el problema. También fui concejal, y créanme, presioné desde dentro… con el mismo éxito que desde fuera: ninguno.
Mientras tanto, se han aprobado leyes autonómicas y nacionales que obligan a las administraciones a garantizar la accesibilidad. Pero seguimos dependiendo de la buena voluntad de los funcionarios —que, afortunadamente, suelen ser amables— para lograr lo que debería ser un trámite rutinario.
Hace un tiempo colocaron una ventanilla improvisada, incómoda para todos y situada en medio del paso. Pues bien, la última vez que fui, estaba cerrada. Y cuando tienes que esperar tu turno, te invade la sensación de que estorbas: no hay un espacio digno para hacerlo. Si encima vas solo, la misión se convierte en una yincana burocrática casi imposible.
Estamos entrando en el segundo cuarto del siglo XXI y todavía seguimos así: con derechos en teoría, pero vulnerados en la práctica. Ojalá a los responsables les sobrara imaginación… porque tiempo han tenido suficiente.