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Micro feminismos

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Elena Gómez

Se acerca el día de la mujer, esa fecha en la que las protagonistas somos nosotras, no por representar al 50% de la población humana, sino porque esa paridad tan deseable todavía es una meta por conseguir a nivel mundial. Siempre me he considerado feminista, desde muy pequeña no entendía que tuviera que supeditarme a decisiones masculinas o tener diferentes sueños a ellos. Ser parte de un colectivo desfavorecido no es fácil, ser de dos es todo un reto.

Nunca he bajado la frente ante ningún hombre, he tratado con ellos en un plano de igualdad absoluta. He conseguido el respeto hacia mi persona e incluso, algunas veces, admiración y devoción. Y en el trabajo no he tenido mayores problemas por mi condición femenina, salvo en contadas ocasiones en las que corté de plano la situación.

No bajo la guardia, a pesar de que a estas alturas ya he entendido que no todo es blanco o negro, que la flexibilidad también es una buena estrategia para dirigir a los que todavía no han encontrado el camino correcto, y que de vez en cuando es bueno relajarse y disfrutar de la vida. Siglos de patriarcado no se cambian en dos días, la paciencia y la distancia adecuada respecto a algunas situaciones también ayudan a avanzar en este tema. Por eso, de vez en cuando discuto con mujeres más jóvenes que yo, que tienen la energía y las ganas de perseguir el sueño de un mundo mejor y más igualitario, y que se muestran beligerantes ante situaciones, en muchos casos cotidianas, que entienden que son injustas. Piensan que algunas de las que ya pintamos canas hemos bajado los brazos y nos hemos acomodado a un mundo machista. Nada más lejos.

En mi día a día, ejerzo lo que denomino micro-feminismos. Intento utilizar un lenguaje inclusivo sin llegar a extremos absurdos, no tolero ni una salida de tono, procuro encaminar las conversaciones para hacer ver las desigualdades y siempre me considero una persona capaz de lo que me proponga, exigiendo mis derechos y siendo lo más justa posible. Ya no me apetece levantar la voz en manifestaciones o discutir hasta la saciedad en los diferentes foros que tenemos a nuestro alcance. Pero no dejaré de poner mi granito de arena en esta lucha. Feliz 8 marzo, compañeras.