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Miedo a la vacuna Miedo a la vacuna

Miedo a la vacuna

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Elena Gómez

Soy de naturaleza optimista, suelo pensar que el ser humano obra con diligencia y buenas intenciones. Esto no quiere decir que sea una ingenua, sé cómo se manejan los hilos en un mundo en el que predominan el interés económico y el poder. El tema de la vacuna contra la Covid-19 se ha convertido en una carrera despiadada, de índole financiera, por ver qué laboratorio llega el primero a nuestros sistemas inmunitarios. Porcentajes desmesurados, informes poco claros y una celeridad nunca vista provocan un extendido sentimiento de suspicacia hacia lo que podría ser el principio del fin de esta pesadilla.
Pero yo, igual que he defendido en otros ámbitos, confío en todas esas personas comprometidas que luchan sin tregua para protegernos contra un enemigo tan minúsculo como despiadado. Los científicos son, por lo general, trabajadores honestos y entregados, cuyo único interés es el bienestar y el progreso de la humanidad. Dudo mucho que se hayan saltado de forma consciente algunos de los pasos necesarios para el desarrollo de la fórmula. Me aventuro más a creer que han empeñado sus vidas para conseguir cuanto antes una vacuna fiable. Por otro lado, y volviendo al comprensible recelo de la sociedad, me pregunto por qué en otros escenarios no nos hacemos las mismas preguntas. De forma constante nos bombardean con nuevos productos de consumo que no perdemos el tiempo en probar, sobre todo si pertenecen a nuestra marca favorita. Alimentos procesados tan apetitosos como fáciles de consumir, cosméticos que nos hacen más atractivos o prendas de vestir con materiales innovadores, son solo algunos ejemplos de cómo nos dejamos manipular, sin pararnos a pensar en los procesos de elaboración o en las posibles consecuencias para la salud, por otro tipo de multinacionales que tienen los mismos objetivos que los laboratorios farmacéuticos. Negándonos a ponernos la vacuna, nos puede parecer que tenemos más criterio o libre albedrío. 
Pero no nos engañemos, no somos dueños de nuestro destino, aunque en este caso sí esté en nuestra mano poner un granito de arena para salvar vidas. En todo caso, les aconsejo no dejarse llevar por el pánico y reflexionar con calma antes de tomar una decisión.