Cuando echo la vista atrás y pienso en todo lo que hemos vivido en los últimos 15 meses, por mi memoria pasan las portadas más impactantes que ha publicado jamás este periódico. Desde el principio, con imágenes contundentes y titulares concisos, nos han ofrecido ese espejo en el que mirarnos, han sabido reflejar lo que estábamos sintiendo como sociedad y han contado lo que estaba ocurriendo sin perder un ápice de objetividad.
No soy muy dada a alabar (o criticar) lo que se hace en los lugares donde colaboro, pero tengo que reconocer que, como lectora, muchas de estas portadas me han emocionado y han dejado poso en mi conciencia. Este miércoles, de nuevo, se me empañaron los ojos al ver el resumen, por meses, de las cifras de fallecidos por la Covid-19 en nuestra provincia.
Los números han ido subiendo y bajando en una danza macabra que nunca debió comenzar. Y, por fin, en mayo bajamos a cero… Siempre he pensado que las cifras son frías, que no cuentan la realidad que hay detrás de ellas y que muchos medios de comunicación se han escondido bajo estadísticas que no daban visibilidad al verdadero drama de esta pandemia. Sin embargo, cuando se tratan con el respeto debido, pueden decir mucho.
Esta serie de datos nos cuenta cómo nos pilló el problema por sorpresa y se nos fue de las manos, también la llegada del buen tiempo y de una falsa sensación de que lo peor había pasado. Y poco después, cómo nos dimos cuenta de que este virus no respeta ni siquiera los lugares más despoblados. Ahora, mayo nos ha traído nuevas expectativas, parece que por fin empezamos a doblegar la crisis y ese cero nos llena de alegría y nos hace sentir orgullosos de nuestro buen hacer.
Aun así, debemos ser cautelosos, pronto llega un verano repleto de ilusiones y ganas de celebrar, pero tengamos en cuenta que nuestro enemigo sigue ahí afuera, aunque ahora estemos mejor armados que antes. No nos descuidemos, pero, mientras tanto, respiremos y disfrutemos de la esperanza de haber alcanzado la victoria.