

Se atribuye a un directivo de una conocida empresa de refrescos un discurso pronunciado en el Georgia Institute of Technology en 1991, en el que utilizó una metáfora para explicar la importancia de mantener el equilibrio vital. Comparaba las cinco bolas que lanza al aire un malabarista con los aspectos más relevantes de la vida: la familia, las relaciones sociales, la salud física y espiritual, y el trabajo.
El ejemplo resulta muy visual: de las cinco bolas, cuatro son de cristal y una es de goma. Nada ocurre si la bola de goma cae por una distracción, porque al botar puede recuperarse. Muy distinto es que caigan las bolas frágiles: además de no rebotar, pueden dañarse de forma irreversible. La bola de goma representa el trabajo; y, efectivamente, si se cae, siempre existe la posibilidad de encontrar otro, a veces mejor que el anterior.
Las bolas de cristal simbolizan lo más delicado e íntimo de la existencia humana: la familia, los amigos, la salud y el alma. Son aspectos que requieren cuidados constantes y mucho mimo. Sin ellos, se produce una fractura en la persona, en su identidad y, sobre todo, en el sentido de su existencia.
Recuerdo que mi tía Julia, la cual durante mucho tiempo ejerció de abuela, solía canturrear una canción de los años cuarenta o cincuenta titulada Salud, dinero y amor. Lo hacía con mucha gracia, acentuando la parte de la letra que decía algo así como que “quien tenga las tres cosas, que le dé gracias a Dios”. Nunca lo había pensado, pero esas tres palabras resumen, en cierto modo, el discurso de los malabares: la salud, que abarca lo físico y lo espiritual; el amor, que incluye la familia y los amigos; y el dinero, vinculado al trabajo. Confieso que esa última parte nunca me convenció del todo, porque considero que muchas desgracias provienen precisamente del deseo desmedido del dinero, cuando el objetivo se centra en tener más y no en ser mejores.
En definitiva, les invito a que revisen su salud corporal, el estado de su alma, y sus relaciones con la familia y los amigos. Y no se angustien por el trabajo: cuando una puerta se cierra, siempre hay otra que se abre.