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‘Like’ mortal ‘Like’ mortal

‘Like’ mortal

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Beatriz Izquierdo

Querido lector, hoy te planteo una pregunta: ¿las redes sociales han elevado el narcisismo a otro nivel?

El trastorno de personalidad narcisista nos permite hablar de personas ególatras, con aires de grandeza que subestiman a los demás y buscan ser admirados. Son personas arrogantes y soberbias que tienen ensoñaciones de grandeza y creen tener derecho a todo.

Para un narcisista, la fama será un objetivo al que llegar, y es aquí dónde puede surgir el verdadero problema: el precio que se está dispuesto a pagar por alcanzarla.

A menudo, vemos, en las redes sociales, retos para alcanzar la ansiada popularidad que tienen un desenlace fatal; por ejemplo, personas despeñadas en barrancos, acantilados o cascadas tras tratar de obtener el mejor selfi. La proliferación de estos accidentes está haciendo que los expertos en seguridad recomienden que algunos de estos lugares sean declarados zonas prohibidas para selfis, una medida que estaría sobradamente justificada, pues se habrían reportado, en los últimos 15 años, hasta 500 muertes por esta causa.

En ocasiones, esa ansiada fama no se busca a través de una fotografía, sino a través de algo mucho más perverso.

En 2008, Carlos Cabezas, experto en crímenes en las redes sociales, acuñó el término “neópata” para referirse a sujetos que cometían crímenes para difundirlos en la red y alcanzar así su soñada notoriedad.

La palabra “neópata” viene de la unión de neo (nuevo) y pathos (sufrimiento).

Estos sujetos cometen delitos que luego muestran en las redes sociales. A veces, incluso, utilizan la red para anunciar macabramente que van a cometerlos. O, en el peor de los casos, los emiten en directo.

No debemos infravalorar el riesgo de esta tendencia por el posible efecto imitación que puede tener en los más jóvenes dada la importante repercusión que tales conductas pueden alcanzar.

Eduquemos a nuestros menores en el autoconcepto positivo para no tener que lamentar que, en su día, queden supeditados a la tiranía del “like”.

¡Hasta la próxima columna, querido adulto responsable!