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Llega el otoño más incierto en España Llega el otoño más incierto en España

Llega el otoño más incierto en España

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Manuel Campo Vidal

Que la política, y la vida misma, es cada vez más incierta lo sabemos. Pero hay momentos en que la acumulación de incógnitas hace más imprevisible que nunca el destino. Esa concentración de interrogantes planea sobre España en este final de año y determinará el calendario de 2026.

No descarten nada. Puede concretarse una jornada electoral en cuatro autonomías gobernadas ahora por el Partido Popular: Castilla y León por término de la legislatura; Andalucia también, aunque finaliza en junio; Extremadura y Aragón porque Vox le impide aprobar sus presupuestos y sus presidentes, María Guardiola y Jorge Azcón, se sienten fuertes para ganar espacio dentro de la derecha. Paradójicamente quedaría fuera de ese superdomingo electoral Comunidad Valenciana cuyo presidente, Carlos Mazón, está tan cuestionado por los suyos que hasta quiere resucitar su antecesor, Francisco Camps, superados los reveses judiciales. Pero Mazón aún sigue dando versiones contradictorias de lo que pasó aquella fatídica tarde en la que se ahogaron 216 valencianos mientras él estaba de parranda. Hay una hora y media por aclarar entre el final de la larga comida en El Ventorro y su reaparición pública. La periodista Maribel Vilaplana, una de las comensales, ha sido convocada por el juez.

¿Y por qué ahora hay mayores probabilidades de esa intensa jornada electoral? Porque Vox quiere dejar constancia de su fuerza ascendente sobre el Partido Popular, aunque sigan apareciendo por su extrema derecha grupúsculos que siempre erosionan. Puede cuajar otra opción. El PP quizás lo aceptaría siempre que se concentraran en una misma jornada lo que daría también una oportunidad para reforzar el liderazgo grisáceo de Núñez Feijóo por exceso de protagonismo de la baronesa Isabel Diaz Ayuso,

Pero en algún momento, también Pedro Sánchez podría convocar elecciones, por la aceptable situación económica; un año antes del soñado 2027 al que Núñez Feijóo ve imposible llegar y el propio Sánchez y su equipo acarician.

El tormento es continuo y siempre llega del mismo lado: los artistas Carles Puigdemont y Pablo Iglesias, o sea los líderes de Junts y Podemos, fuerzas menguantes pero de escaños decisivos para la mayoría parlamentaria alternativa a la derecha. Dos guionistas de la política imprevisibles y acrobáticos. Puigdemont convoca a un referéndum a su militancia para ver si rompe, o no, con Sánchez definitivamente.

El último referéndum interno le costó salir de la Generalitat y aceleró su declive. Ahora los alcaldes de Junts le piden que se mueva porque ven crecer en sus municipios a la Aliança Catalana de la alcaldesa de Ripoll, Silvia Orriols, que se llevaría parte de la tarta posconvergente.

Lo de Podemos es para nota. La secretaria general Ione Belarra llama a Pedro Sánchez continuamente “el señor de la Guerra”. El otro día una familia de Catania (Sicilia), que acompañaba a su hijo que cursa un máster en España nos expresaba su admiración por Sánchez y su papel en la crisis de Gaza. “Ya nos gustaría tener un presidente así y no a Giorgia Meloni que guardó silencio en el genocidio”. Belarra no sube en taxi, o podría decirle el conductor, como a nosotros, que no es partidario de Sánchez pero que le reconoce que le plante cara a Trump en lo de negarse a gastar el cinco por ciento en armas.

Curiosa situación: el líder de la izquierda, Sánchez, defiende la soberanía de España frente a Trump. Los de la derecha, Abascal y Feijóo, no levantan la voz, atemorizados, aunque hablen mucho de España. Todo es verdaderamente imprevisible.