

Querido adulto responsable: El otro día, en el curso de la presentación de un libro sobre los efectos que producen las pantallas en los menores, una mujer intervino en el turno de preguntas para subrayar que cuando debatía con personas de su entorno, muchas le decían que las redes sociales son necesarias para los jóvenes porque en ellas se desarrollaba el activismo y, concretamente, hacía referencia al impacto que había logrado, a muy corta edad, una joven para concienciar sobre el cambio climático.
Yo le di mi opinión al respecto y hoy os la traslado a través de esta columna.
¿Deben ser los menores activistas en las redes sociales?
En mi opinión no, porque creo que no tienen la capacidad de asumir la repercusión que puede tener exponerse de esa manera.
Creo que lo que se vende como un éxito absoluto, alegando que una menor ha conseguido movilizar a millones de personas por una causa, refleja, en realidad, que tal menor no ha sido protegida y que ningún adulto, que es quien a correspondería proteger el interés superior del menor, había velado por ella.
No podemos olvidar que, cuando algo se hace viral en las redes, surgen las dos caras de la moneda. Por un lado, personas que brindan su apoyo y, por otro lado, los detractores que exponen su criterio, en muchos casos sin ningún miramiento. Creo que un menor no tiene la capacidad de poder gestionar todo lo que eso conlleva.
El activismo lo tenemos que ejercer los adultos y no deberíamos delegar esa responsabilidad en menores cuya voz tierna o imagen infantil pueden remover más conciencias, porque eso, para mí, es instrumentalizarlos a nuestro servicio.
Con eso no quiero decir que los menores no deban de ser escuchados, pues tienen derecho a ello y es fundamental considerar su voz, pero no creo que deba hacerse a través de una hiperexposición en redes cuyos efectos, luego, muchas veces hay que lamentar.
¡Hasta la próxima columna, querido adulto responsable!