Síguenos
Doble o sencilla Doble o sencilla

Doble o sencilla

banner click 244 banner 244
Elena Gómez

Ver morir a alguien es una de las peores vivencias que te pueden ocurrir. Hace algunos años presencié ese terrible acontecimiento desde una cama de hospital durante una simple bronquitis complicada. Los últimos estertores de mi compañera de habitación, las maniobras de reanimación de los sanitarios de guardia y la evacuación del cadáver, son recuerdos que no deberían estar pegados a mi memoria.

Recientemente, en un hospital de otra comunidad autónoma, tuve una experiencia muy dolorosa, física y emocionalmente. En esta ocasión, estaba en una habitación individual, por lo que dispuse de un espacio de intimidad para desahogarme y calmar mis nervios. En ese momento, que también debería olvidar, tener a uno o varios desconocidos presenciando mi angustia no me habría ayudado en absoluto.

Estos dos hechos tan penosos de mi vida son clave para entender por qué los turolenses no estamos contentos con el proyecto del hospital que dicen hasta que no lo vea, no me lo creo que se va a construir en nuestra ciudad, a pesar de la afirmación de Sira Repollés de haber diseñado un hospital del siglo XXI y con unos estándares de calidad excelentes.

Será excelente porque nadie en su sano juicio construiría un edificio de estas características deficiente o ruinoso. Pero el tema de las habitaciones dobles suena a venganza, a dejarnos claro que no debemos olvidar que siempre seremos los perdedores. Dicen que la previsión es que nuestra población disminuya paulatinamente, y es evidente que así lo hará si seguimos conformándonos con infraestructuras propias del siglo pasado.

Digo yo que la polémica sobre el tipo de habitaciones del futuro hospital no debería tener nada que ver con la cantidad sino con la calidad de vida de los enfermos, que necesitan soledad para curar sus males y sufrir sus desdichas. Quizá los políticos piensan que los turolenses somos un ejemplo de abnegación y sacrificio, ciudadanos sin derecho a medrar.

La paradoja es que, si aplicáramos la lógica a este asunto, ser pocos sería una ventaja si el edificio tuviera unas dimensiones razonables, ya que tocaríamos a más metros cuadrados por habitante. Pero no, el caso es hacer las cosas mal y justitas, que para eso existimos.