Síguenos
Más fuego en la política que en el bosque Más fuego en la política que en el bosque

Más fuego en la política que en el bosque

banner click 236 banner 236
Manuel Campo Vidal

“El problema de los incendios es que hemos abandonado el territorio”, sostiene Joan Rovira, jefe de los Bomberos del Baix Ebre, después de un siniestro devastador que se cobró la vida de un compañero. Llama la atención sobre “una sociedad menos preparada que antes, en la que la única experiencia con el fuego es la cinematográfica”. Se junta todo: un camino no transitado, se desertiza y desaparece, por lo que no actúa de cortafuegos; y se rompe el equilibrio entre zonas de cultivo y bosque. Un desastre medioambiental.

Pero no solo han ardido los montes en los últimos días. Aún más la política, con un nuevo siniestro verbal en el Congreso. Parecían agotados los adjetivos descalificativos, o las bancadas populares puestas en pie insultando, como en los toros o el fútbol, cuando el muy probable próximo presidente del Gobierno, Alberto Núñez Feijóo, se superó: echó mano de una historia que figura, según denuncia el PSOE, en un informe de la “policía patriótica” de Rajoy sobre la actividad en su día del suegro de Pedro Sánchez, ya fallecido, que tenía saunas de masajes. Ver al probable próximo presidente del Gobierno bajar a la cloaca, resultó descorazonador. Seguramente nadie en su entorno se atreve a calcularle cuántos votos se pueden perder en un desafortunado pasaje así. De un “inminente presidente” se espera alguna propuesta precisa, algún horizonte esperanzador y no descalificaciones sin más.

Jordi Évole ha sintetizado esa misma impresión negativa en el título de un artículo: Cuando solo tú puedes perder las elecciones. Dice el periodista: “Actuó como ese toro rezagado que se da la vuelta en el encierro para embestir a costa de saunas, prostíbulos y lo que haga falta. Suenan feas según que palabras en boca de alguien que ya se ve presidiendo el país. ¿Por qué lo hizo, pudiendo dejar ese trabajo a su subalterno Tellado?”. Caben distintas interpretaciones: para Jordi, es el vértigo del que está a punto de ganar la carrera y solo errores propios lo pueden impedir. Para otros, es la prueba de que no tiene otra cosa que decir; o de lo contrario, la diría.

Si el problema de los incendios es que hemos abandonado el territorio, el espectáculo semanal del Congreso o del Senado es que se ha abandonado la política. Cuando el jefe de los bomberos de Tarragona dice que la única experiencia de la población con los incendios es la cinematográfica, podríamos decir que la experiencia dominante con la política es solo lo que se ve en las redes sociales; con frecuencia injustas.

Estamos en un punto en el que haga lo que haga Pedro Sánchez apenas cuenta. Reunir a sesenta jefes de Estado o de Gobierno en Sevilla, apenas merece la atención de los medios, como si eso hubiera sucedido antes en España, salvo en la inauguración de la Expo, o los Juegos Olímpicos. Pendientes todos del próximo informe de la UCO para ver si salta algún otro escándalo, el área de confianza del presidente se reduce dramáticamente. Solo el sociólogo Manuel Castells, que por dos años fue su ministro de Universidades, se ha atrevido a publicar un artículo elogioso sobre Sánchez. Denuncia que “pocas veces ha habido una campaña tan encarnizada contra un político” y reconoce que “se equivocó gravemente en sus nombramientos. Eso no borra su hoja de servicios. Ni es la razón del asedio que sufre”.

Así esta España: incendiada. Y la ciudadanía, quemada.