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‘Memorias de África’ ‘Memorias de África’
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Juan Cañada

Me he propuesto escribir durante este mes de abril sobre algunos de los libros que más me han impacto y han producido un cambio en mi modo de ver determinadas realidades. El Día del Libro será el 23, así que escribir sobre lecturas es algo que puede resultar interesante.

Ya comenté en otro artículo que cuando algún amigo me invita a comer o a cenar en su casa, suelo pedir a los niños que me enseñen su biblioteca. Entre trofeos deportivos, fotos de familia y algún peluche, siempre hay algún libro que han recibido como regalo en algún acontecimiento importante. Es una buena manera de comenzar una conversación sobre historias, aventuras, sucesos... Habitualmente sirve para que, tras la comida, poder tener una tertulia en la que todos tengamos la oportunidad de contar aquellas cosas que sólo se cuentan entre los amigos, algo parecido a lo que hacía Karen Blixen con los invitados a su casa de la granja de Nairobi.

Tenía tan asimilada esta costumbre que cuando visité los Slums de Nairobi por primera vez, al acudir a alguna casa de los suburbios, se me escapaba lo de preguntar por los libros. Se me caía la cara de vergüenza cuando descubría que algunas de esas familias no tenían comida, ni electricidad, y en ocasiones ni un poco de jabón para lavarse; como para tener libros.

Los libros, algo tan cercano para nosotros, son un lujo para la mayor parte de los habitantes de África. Aquí no se valoran, mientras que los pobres del mundo los añoran y muestran su interés por tenerlos, pero sobre todo por leerlos.

En esta ocasión me gustaría escribir sobre uno de los libros que más me han impactado, me refiero a Memorias de África de Karen Blixen. Sí, seguro que no tienen que hacer mucho esfuerzo para recordar la película que lleva el mismo título, dirigida por Sydney Pollack, con unas interpretaciones sensacionales de Meryl Streep y Robert Redford entre otras. Sensacional la recaudación y el impulso turístico que supuso para Kenia.

Por un tiempo les pido que se olviden de la película y que lean este libro y que descubran una de las historias más bonitas jamás escrita. Karen Blixen estuvo nominada al premio Nobel de Literatura, pero como a nuestro Dr. Sanz Gadea el de la Paz, no se lo dieron por considerarla aldeana.

Si quieren notar en el rostro el frescor de los amaneceres de África, sentir la brisa tenue de los atardeceres, si quieren oler los aromas de los cafetales y notar el chasquido de los pies mientras caminan sobre el barro seco, si quieren conocer una de las historias más hermosas escritas por una mujer en África, lean estas memorias, o al menos lean el primer párrafo:

“Yo tenía una granja en África, al pie de las colinas de Ngong. El ecuador atravesaba aquellas tierras altas a un centenar de millas al norte, y la granja se asentaba a una altura de unos seis mil pies. Durante el día te sentías a una gran altitud, cerca del sol, las primeras horas de la mañana y las tardes eran límpidas y sosegadas, y las noches frías”.