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Campeonas Campeonas
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Nuria Andrés

Ahora las mujeres estamos en todas partes. No lo digo yo, lo mencionaban tomando el café un grupo de señoras -ninguna de menos de 80 años- este pasado 20 de agosto, cuando faltaban solo unas horas para que 23 mujeres se alzaran campeonas del mundo.  23 jugadoras levantando la copa del planeta, pero, no olvidemos, son muchas más. Patri Guijarro, Mapi León o Andrea Pereira, son solo algunas de quienes se negaron a jugar este Mundial. Y no fue por falta de compromiso, ni actitud, como les acusaron. Era su sueño, posiblemente, el mayor de ellos. Pero dijeron ‘basta’.  Basta de ser tildadas de ‘exageradas’, de que se les negara el derecho a disfrutar de su oficio con unas condiciones laborales dignas. En definitiva, basta de ser tratadas como inferiores respecto a sus homólogos varones. No es casualidad que ahora la Selección Española Femenina de Fútbol sea campeona del mundo. Detrás, hay mucho esfuerzo, intensas horas de entrenamiento y el sometimiento a una dura disciplina en un contexto invadido por el escepticismo de si una chica podría meter un gol.

Que estas 23 mujeres se hayan alzado con la copa del mundo no es solo una victoria deportiva. Es dar la vuelta a todo un tablero que recorre desde los campos de fútbol del colegio hasta las barras de cualquier bar. Las niñas ya no solo tienen a Alexia; tienen a Olga, a Aitana, a Jenni y a muchas otras. Lástima que, esta vez, incluso conquistando el planeta, las mujeres hayan tenido que ver su protagonismo empañado por un hombre que no solo, no sabe comportarse, sino que además, ha sido incapaz de reconocer que besar a una jugadora sin su consentimiento y abusando de su posición de poder, es vergonzoso y merece una disculpa sin paliativos que vaya mucho más allá de un “pido perdón si es que hay algo que ha sentado mal”.

Ahora el momento es de ellas, que han demostrado que “correr como una chica” puede llevarte a conquistar el mundo. Ellas, que se han coronado como campeonas y no campeones; y que hoy dejan una lección a aquellas que jugarán a fútbol en el recreo, pero también a esas otras que nunca les dejaron tocar el balón, pese a que siempre quisieron.