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El peaje El peaje
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Nuria Andrés

La convulsa situación que vivimos nos hace olvidar aniversarios importantes. Uno de ellos, hace apenas unos días y 76 años atrás, cuando los tanques de La Nueve con el nombre de Teruel hicieron vibrar las calles de París luchando contra el fascismo. El fotoperiodista Robert Capa no se quiso perder ni un minuto del asalto, pero el general Leclerc había dado órdenes estrictas de que nadie entrara a la ciudad salvo los integrantes de La División. Fue la palabra Teruel, sí Teruel, la que otorgó un billete en primera fila al joven Capa. “Soy uno de vosotros, yo mismo participé en aquella batalla (la de Teruel) helada y feroz”, dijo Capa. “Entonces ven con nosotros a París en este tanque, el verdadero Teruel”, le contestaron. 

Me gustaría decirle a Capa que, casi 80 años más tarde, nuestros inviernos siguen siendo igual de fríos y crueles pero ahora, al mencionar Teruel, sólo se llevaría la respuesta del gracioso de turno “¿Pero eso existe?”. Y es que ese pasaporte para poder llegar a ver la gloria en primera línea no es tal en la actualidad. Ahora venir de Teruel supone un peaje mayor a pagar para estudiar en la universidad, para acceder a una sanidad amplia y ya no hablemos de si uno quiere llegar a París, con unas comunicaciones insuficientes para permitir que la ciudad esté conectada con el resto del mundo.  

Teruel, con el tiempo, es como si se hubiera convertido en el amigo no guapo, sino simpático de la discoteca. El divertido para pasar el rato. Y es que son muchos los viajeros que se han acercado a este lugar y dicen: “Teruel es bonito”. Y no, Teruel no sólo es bonito, Teruel es un laberinto de secretos que nunca terminan de descubrirse, Teruel es un retrato de la lucha por la supervivencia, un castillo levantado por sus propios habitantes con mucho esfuerzo. Pero aún tiene algo pendiente, Teruel tiene derecho a sacar partido de un episodio que marcó su historia, aquella batalla que convirtió en ruinas la ciudad y que concentró a algunos de los personajes más admirados del siglo XX y por eso se debe llevar adelante un museo de la guerra civil como el monumento aleccionador de un pasado que no debe repetirse y para recordar que Teruel ni es un lugar para la guerra, ni es un lugar para ser ignorados ni es un lugar para hacer un chiste.