Síguenos
Libertad Libertad
banner click 244 banner 244
Nuria Andrés

Elena Cañizares es una estudiante de Enfermería que empezó un hilo viral en Twitter tras  haber dado positivo en Covid. Sus compañeras de piso, por puro egoísmo, le dijeron que se fuera de casa para no contagiarlas. Todo Twitter se volcó con Elena ante esta injusticia, nadie se paró a pensar (raro en este país) si Elena apoyaba al gobierno socialcomunista o a los partidos fascistas del panorama político. Ella ha sido la única persona que ha conseguido unir a todos los españoles. Ni una pandemia mundial, ni los atentados del 11-M ni una ley educativa que saque a nuestro país de los pésimos puestos que ocupa en los ránkings de educación. Nada de esto ha conseguido enterrar las diferencias que separan a las dos (o no sé cuántas) Españas. 

Al final, lo mejor es no encariñarse con ninguna ley educativa que se apruebe en el Congreso porque en cuatro años cambiara de color. Pero tampoco tiene sentido seguir diciendo a los niños que este cambio continuo es fruto de la eterna rivalidad de dos países pegados en uno. Más bien, la educación es otro escenario más donde media España sale en defensa de los privilegios que la otra media le quiere arrebatar.  “Libertad”, gritaban Pablo Casado y compañía a la vez que aporreaban sus escaños. Aplausos, pedía el Gobierno de coalición mientras tanto. Y entre tanto jolgorio por ver quién ridiculizaba mejor la democracia, a ningún partido se le ocurrió mencionar que la Ley Celaá se sigue quedando escueta en materia de humanidades, que es una vergüenza que el 15% de los alumnos de Bachillerato sufran problemas graves de ansiedad, que la enseñanza se sigue considerando un instrumento de memorizar y olvidarte de todo lo aprendido con el primer cubata del viaje de fin de curso, en lugar de como un instrumento de pensamiento que dé pie a la investigación. 

Nadie fue capaz de ver que la nueva ley educativa deja fuera (cómo no) a las escuelas rurales, que son las mayores víctimas de estas leyes. El berrinche se debía única y exclusivamente a la eliminación de privilegios de la escuela concertada porque ahora las élites tendrán que pagar más si desean que su hijo se distinga de la plebe. El debate se centró en acabar (o no) con una de las mayores brechas de desigualdad entre niños que ha permitido la democracia. Lo de la calidad de enseñanza, lo dejamos para la próxima ley.