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Semi viviendo Semi viviendo

Semi viviendo

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Nuria Andrés

En mi casa siempre se ha tomado leche entera, pero yo, que me dejo engañar por las etiquetas light, tomo leche semi. Semi pero con azúcar. Porque tomar leche semi es el paso más fácil para que parezca que cuido mi alimentación. 

Con la pandemia, lo semi también se ha puesto de moda y muchas universidades españolas han optado por la semipresencialidad para el nuevo curso. Aulas semivacías pero fronteras para turistas enteramente abiertas. En fin, no pretendo ser yo la que acentúe la carga pedagógica de tantas lecciones de moralistas que nos ha dejado la Covid. 

Los universitarios hemos sido para el gobierno lo que para mí la leche entera, lo más fácil de quitar del mapa. Y es que las aulas estarán semivacías pero el bar de al lado de cada universidad, créanme, estará enteramente lleno. No puedo evitar acordarme de ese 10 de marzo en Getafe cuando, los jóvenes de la universidad Carlos III, vacíamos la facultad haciendo caso a Díaz Ayuso de que era altamente peligroso pisar el campus. Entonces, nos fuimos al bar, donde no se respiraba ese ambiente de semitristeza que ya había en la facultad. 

No me malinterpreten, no me siento orgullosa de esto. Formo parte de la generación que solo sale en televisión cuando se va de botellón, lo de la desastrosa gestión educativa que hemos sufrido, ya saldrá en la siguiente pandemia. No digo que no sea cierto que los jóvenes hemos sido los causantes de numerosos rebrotes, pero, al igual que mi profesor de periodismo de opinión, José María Calleja, rechazo ese pensamiento de culpa judeocristiana: habéis pecado y ahora lo pagáis. 

Y es que, en este mundo semifuncionando, yo soy enteramente Callejera. Calleja se fue en un semisilencio. Nos dejó discretamente pero el vacío que causará su ausencia este nuevo curso será entero. Calleja, con quién hablé de los nacionalismos enfermizos de este país; de un “nosotras” que abrazaba a hombres y mujeres e incluso de las nueces que recolectaba Xabier Arzalluz. Calleja, al cual, los arrebatos de la vida no me dejaron preguntarle si era de leche semi o entera. Calleja, ajeno a las semiverdades. Porque Calleja era enteramente valiente.