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Vida de becario Vida de becario

Vida de becario

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Nuria Andrés

Soy de las que siempre intenta escaquearse a la hora de hablar con cualquier docente, pero el otro día escribí un correo, de propio, a uno de mis profesores. Le agradecí la confianza que había mostrado en nosotros, sus estudiantes, mientras impartía las clases. Quien me conoce sabe que apenas me han gustado ¿5 profesores, quizás? de todos los que he tenido en mi vida y que siempre recelo de todos los que se vanaglorian de dar lecciones. Pero a este profesor le escribí porque el primer día de clase nos dijo: “No tengo ninguna duda de que tengo mucho que aprender de vosotros”. No es fácil enfrentarse a una clase de 30 alumnos. Menos si estos se dedican al precario mundo de la comunicación; si tienen veintipocos años; muchos sueños, poco dinero; y lo peor: que la mayoría de ellos están en medio de una crisis existencial.

Es extraña esta edad. Mientras unas estamos intentando huir del arduo y exasperante camino de ser becaria, hay otros que, siendo de edades similares a la tuya, ya están enseñando a sus propios becarios. Y eso, no nos engañemos: Es frustrante.

Exactamente, un amigo mío, va a clase las mismas horas que yo, pero cuando sale, él se va al estudio de Gran Vía porque, con solo 24 años, es el productor de un programa madrileño de Cadena Ser. Pues, el otro día, le dije precisamente eso: qué fuerte que, a su edad y mirando la tasa de paro que hay en periodismo, él ya tenga su propio espacio en este mundo y que incluso es él quien se encarga de enseñar a los becarios. Y él, fiel al ego reinante que inunda esta profesión, podría haberme dicho que sí, que es dificilísimo llegar a donde está él y que los que aceptamos contratos por un euro la hora somos, simplemente, imbéciles.

Pero, en lugar de eso, me respondió: “Nuria, uno nunca deja de ser becario, porque uno siempre sigue aprendiendo”. Y ahí me di cuenta de una cosa: Que en un ámbito donde nos dedicamos a ponernos la zancadilla los unos a los otros y la arrogancia escribe los titulares más rápido que nosotros mismos, los verdaderos grandes del periodismo son los que siempre se acuerdan del escalón del que partieron. Y los que siempre quieren saber más. Incluso de los becarios. Incluso de los estudiantes.