Síguenos
Muy pocas luces Muy pocas luces
banner click 236 banner 236
Javier Silvestre

Nos vamos a gastar 826.000 euros en renovar las luces de la plaza de San Juan. Y yo me preguntó: ¿no sería mejor arreglar las que no funcionan? Porque siempre invertimos millonadas en ornamento lumínico que luego dejamos morir irremediablemente.

Pongamos algún ejemplo. ¿Por qué solo funciona -y a medias- uno de los cañones de luz que iluminan la figura del Torico?

Nuestro emblema más ilustre cuesta distinguirse a simple vista en cuanto cae la noche. Eso por no hablar de las luminarias ancladas a la fuente de la plaza que es imposible sustituir y que llevan años fundidas.

Del resto de la plaza podríamos estar hablando durante horas. Su primer diseño con luces por todo el suelo que no sobrevivieron a su primera Vaquilla. Luego, el fallido intento de dibujar un corazón rojo para los turistas que hace años dejó de latir sin que nadie haya hecho nada por resucitarlo.

Las luces del suelo de las columnas de los porches, rotas. Las tiras de leds de las cornisas de los tejados, van cuando les apetece. La sensación de dejadez y decadencia es indiscutible.

Otras partes de la ciudad corren la misma suerte. El viaducto viejo, donde se instalaron luces de las que nadie se acuerda. Y los tubos fluorescentes del nuevo que acumulan polvo y parpadean en una agonía infinita.

En la glorieta, más de lo mismo: luminarias que nadie arregla y una oscuridad triste que lo inunda todo. Se salva, aunque no del todo, el Óvalo, cuya iluminación aguanta estoicamente al olvido que parece haberse apoderado de toda la ciudad.

Es cuestionable si es necesario gastar ahora dinero procedente de Europa en renovar la iluminación de la plaza San Juan. Sin duda, es más que aventurado invertir en un vídeo mapping que va a durar medio invierno.

Pero es más que exigible que si se renueva la iluminación de una parte de la ciudad se garantice su conservación en el tiempo.

Quizás es mejor renunciar a renovar por renovar y deberíamos centrarnos en reparar lo que ya está hecho.

Porque a golpe de dinero público nos compramos un Ferrari y ya vendrá el siguiente a pagar la factura del taller.

El problema es que al final nos quedamos con una chatarra carísima que no sirve ni para cargar el móvil.

A favor de la renovación lumínica siempre, pero aún más a favor de garantizar que estos mega proyectos luminosos no nos dejen a oscuras por falta de mantenimiento. Porque llevamos años demostrando ser una ciudad de pocas luces.