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Faltan líderes para “gestionar el caos” Faltan líderes para “gestionar el caos”

Faltan líderes para “gestionar el caos”

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Manuel Campo Vidal

Hace tres años el mundo no era una Arcadia feliz. Pero, aun con casi cincuenta conflictos abiertos, Putin no había invadido Ucrania metiendo en guerra indirectamente a la Unión Europea; ni Hamás había realizado un monstruoso atentado terrorista respondido por Netanyahu con algo muy parecido a un genocidio; ni Donald Trump había regresado a la Casa Blanca con sed de venganza y dispuesto a darle la vuelta al mundo en 80 días. Y se la dio. Nada es igual y todo a peor; la incertidumbre llega a no saber si esto acaba aquí, o si seguirán las provocaciones; porque entonces ya no estaremos hablando de “grave crisis”, como hasta ahora, sino de “caos”.

  Caos en el mundo en general y situaciones de crisis tendiendo al caos, en numerosos países. Caos literalmente en la Franja de Gaza donde casi mil personas han muerto recientemente por disparos de soldados israelíes cuando estaban desesperados en las colas del hambre. La indignación es insoportable.

En Estados Unidos se dan órdenes y contraórdenes; se despiden funcionarios cada día; se deportan inmigrantes ilegales (incluso legales) como forajidos; se conculcan derechos hasta ahora consolidados con la fuerza constructiva de los movimientos sociales. Nada es previsible. Como afirma el periodista Tony Cavin, ex CBS, un tuit de medianoche arruina el informativo previsto y sume en la zozobra a miles de personas.

En las zonas de guerra de las que se informa -hay conflictos penosamente olvidados en África y Oriente Medio- los límites de los misiles marcan en pocas horas una extensión de hostilidades con alto riesgo para la paz mundial. Sucedió recientemente con la apertura del frente Israel-Irán, o con los bombardeos de Siria y el Líbano.

Entretanto, sátrapas como el ex guerrillero Daniel Ortega asolan Nicaragua; Nicolás Maduro perdió claramente unas elecciones, como prueban las actas de la Fundación Carter, pero gobierna igual; y ni siquiera personajes de izquierda, como el ex presidente español Zapatero, se lo recriminan. Él sabrá por qué.

La deriva autoritaria avanza en México al llevar el poder judicial a elecciones dando por bueno el intervencionismo del gobierno de Claudia Sheinbaum con sólo un trece por ciento de participación en las urnas. En Colombia lo de Gustavo Petro se hace insoportable y se ha “casi asesinado” a la alternativa del senador Miguel Uribe. Y así sucesivamente, en Bolivia, Cuba y otras latitudes.

Entretanto, en Europa la ultraderecha avanza elección tras elección y las perspectivas son a peor: mayor dureza contra la inmigración, aunque imprescindible por la ínfima natalidad, retroceso en leyes progresistas, ignorancia creciente del cambio climático y enredo propio en una burocracia excesiva que resulta paralizante. “Europa, menos seguridad y más dependencia”, titulan su gráfico artículo Josep Borrell (ex comisario europeo de Exteriores y Seguridad) y Domènec Ruiz Devesa, ex eurodiputado. (Búsquenlo en CIDOB).

Así podríamos seguir  y encontrarnos con bloqueos parlamentarios, por polarización excesiva, en países como España, Italia, Holanda y tantos otros.

Esto ya no lo resuelve por arriba una reunión extraordinaria de la ONU -creciente y peligrosamente desprestigiada- ni por abajo los Seminarios de crisis al uso. Más que crisis esto se parece a un caos. De ahí que se haya convocado el Tercer Congreso Internacional de Liderazgo Público en Medellin (16 de octubre) con el lema “Gestionar el caos”. De nuevo, la consultora estratégica colombiana Jaramillo Luján y Next Educación, de España, unen esfuerzos para entender el mundo y para gestionarlo. Sin una nueva generación de líderes, de esta no salimos.