Síguenos
Sin agricultura, no hay proyecto de España Sin agricultura, no hay proyecto de España

Sin agricultura, no hay proyecto de España

banner click 236 banner 236
Manuel Campo Vidal

La frase rotunda del titular la pronunció hace muy pocos días el ex presidente del Gobierno Felipe González en un interesante desayuno organizado por SOS Rural. En realidad, Felipe fue más allá: “sin agricultura no habrá proyecto de país-España, ni tampoco de Europa”. Flanqueado por el ex ministro Manuel Pimentel, el único que se atrevió a dimitirle a Aznar en su día, desgranó González que en Bruselas se toman las decisiones desde despachos alejados del campo y de la realidad del sur de Europa, donde está la producción agrícola (España, Italia, Francia y en menor medida, por dimensión, Portugal y Grecia).

Los que dirigen Europa son, casi todos, del norte y urbanitas, demasiado influidos por ecologistas radicales que no entienden que la peor agresión al medio ambiente es la despoblación, que conlleva desertización; hacer la vida imposible a agricultores y ganaderos es condenar a Europa a la “pérdida de su soberanía alimentaria”. Y a sus habitantes a nutrirse en el futuro con productos producidos quién sabe donde y con qué tipo de controles fitosanitarios, y otros. Con esa deriva, el coste del carro de la compra, que ya se ha disparado en unos años, seguirá creciendo y la alimentación sana y auténtica será cosa de ricos, destacó Pimentel.

La Comisión Europea produce sobre todo normas y exigencias burocráticas (“Nos convierten en una gestoría”, se quejan agricultores y ganaderos que sitúan en el anti papeleo excesivo, uno de sus frentes principales.)

Decía el ministro Luis Planas en Ponferrada, a propósito de los devastadores incendios, que “un monte con gestión y un campo con gente es un territorio más seguro”. Lo suscribimos todos. Y añade Begoña García Bernal, secretaria de Estado de Agricultura y Alimentación, que “un campo con mujeres es un país con futuro. Porque donde hay mujeres rurales, hay comunidad, hay producción, hay arraigo y resiliencia”.

Comentó Felipe González, hijo de vaquero cántabro emigrado a Sevilla, que “si tuviera otra vida, elegiría ser maestro de primaria y vivir en el campo”, que había recibido críticas por acudir a un acto de SOS Rural. “Yo voy donde haya diálogo que es lo que hace falta en este país”. Lo repitió varias veces como receta anti polarización. En realidad, en poco ámbitos, como en este, cabe tanta posibilidad de dialogar y acaso de llegar a acuerdos. Impulsemos un pacto nacional de Estado por la España rural. A ver quién no lo firma.

En la política nacional, otra cosa no parece hoy posible, porque el enconamiento es máximo. Las sesiones parlamentarias parecen un ring dialéctico. Y algunos tribunales, una lotería. El juicio contra el Fiscal General del Estado quedará como ejemplo de despropósito. Quien se moleste en leer todas las declaraciones y contrastar informaciones, concluirá que no aparece prueba de la supuesta filtración por García Ortiz del correo sobre la petición de acuerdo con la Fiscalía del delito tributario que se acusa al empresario González Amador. Resultaría tremenda una condena sin pruebas ante los testimonios de que ese correo lo tenían antes bastantes periodistas y otros profesionales. Algunos de esos periodistas lo han declarado con rotundidad ante el Tribunal. Penoso el intento de desacreditar a los informadores por el abogado de González Amador. Saben bien esos informadores que declarar falsedades como testigos es delito. Si García Ortiz es condenado, ¿se les juzgará a ellos “por mentir”? Si no es condenado, ¿pagará el decano del Colegio de Abogados de Madrid las costas por haber sido acusación particular?