

San Martín del Río ha explotado de alegría: el Gobierno de Aragón ha adjudicado la restauración del retablo de la iglesia, una obra que se realizará en seis meses y con un presupuesto de 172.000 euros.
Sin lugar a dudas, las buenas noticias son de diverso grado según quién las comente. En mi caso, hay un motivo también familiar, pues mi abuela paterna era de San Martín del Río, y recuerdo vagamente algunos días que pasé allí, yendo desde Calamocha con alguien más de mi familia. Se puede decir que, empezando por Calamocha, mi infancia se movió en el eje Calamocha-El Poyo-San Martín del Río-Daroca, en torno al Jiloca.
San Martín del Río tenía en los años 60 una población de 800 habitantes, y ahora el censo es de 136 habitantes (INE 2024). En mi difusa memoria infantil, era un pueblo con bastante vida, cuidado, con monumentos que llamaban la atención. El estado de conservación del retablo es muy deficiente, con mucha suciedad, pérdida de policromía, barnices deteriorados y humedades: San Martín de Tours como protagonista.
Todo el pueblo, los que viven, los que han vivido y los que tenemos vínculos con San Martín del Río, entusiasmados, con Sheila Serrano -alcaldesa- a la cabeza, “con la ilusión de ver pronto iniciadas las obras y poder disfrutar nuevamente de esta joya artística que forma parte de nuestra identidad”.
Es un pueblo con yacimientos arqueológicos, donde se han encontrado materiales de la Edad de Bronce. La iglesia parroquial es de estilo gótico tardío del siglo XVI, pero es que también cuenta con las ermitas de la Virgen del Buen Reposo, del siglo XVIII -cuya talla parece remontarse al siglo XII- y la ermita de San Francisco, del siglo XVII. Datos que avalan por sí mismo el rico patrimonio de este pueblo turolense.
Patrimonio católico. Con razón la alcaldesa ha subrayado que forma parte de la identidad de los sanmartineros. Nos hace sentirnos orgullosos, y a la vez cuestionados, ante este rico patrimonio y el de muchos pueblos de la provincia de Teruel.
Ver la iglesia de San Martín del Río es evocar la historia, y la historia también debe formar parte del presente, no convertirse en reliquias seculares. La religión unía, y llevaba a construir iglesias con ayudas de todos, con orgullo sano, homenajeando los valores espirituales católicos. ¿Ahora damos dinero o apoyos para nuestro patrimonio, en su gran mayoría religioso, católico? Hace unos días estuve en Calamocha, y pasé delante de la mezquita: algunos sí invierten dinero en sus lugares de culto.
El retablo se va a restaurar. Alguna pregunta incómoda conviene que nos hagamos. ¿Se deja ahora a la diócesis casi totalmente la restauración de nuestro patrimonio religioso? ¿Cuánto han invertido los vecinos de San Martín del Río en que su retablo no se deteriorara tanto? Vecinos habituales hay pocos, pero en verano y períodos vacacionales aumentan, para descansar cultivando el parentesco, las amistades, su identidad.
Los robos y deterioro en iglesias pueden aumentar, por la despoblación, y a veces por el desinterés o abandono de los vecinos. Y no quiero perder amigos con esta afirmación.