Síguenos
Parar Parar
EFE/Juan Carlos Hidalgo

banner click 236 banner 236
Nuria Andrés

Nadie esperaba que España se detuviera un lunes a las 12:33 horas. Son las vueltas que nos da la vida, que cuando todos estamos sumidos en nuestras preocupaciones, nos olvidamos de lo dependientes que somos, en este caso, de una red eléctrica, pero también, los unos de los otros. El país se quedaba en cero energético. Me cuesta romantizar el estar diez horas sin luz, por mucho que esa tarde pudieras leer veinte páginas de un cómic olvidado al fondo de la estantería. Ese 28 de abril que la gente se sentía única por disponer, simplemente, de tiempo. 

Para desdicha de algunos, España no es el único país que ha sufrido un apagón a lo largo de la historia. Lo explicaba el periodista, Jorge Vicente, en laSexta Clave: Chile, Italia, Alemania e incluso Nueva York también se habían quedado, alguna vez, sin luz. 

No somos un caso aislado, al menos en términos energéticos. Sí que lo somos en nuestra forma de vivir, de ver la vida, de ayudar al de al lado en los peores momentos. 

La prueba de esto es que después del apagón no ha habido noticias de saqueos ni grandes incidentes, pero sí las ha habido de los llamados ‘héroes’, que no son otros que aquellos que, únicamente, intentaron hacer la vida de alguien más fácil, más sencilla. De manera innata. Sin esperar nada a cambio, de manera totalmente altruista. 

No es necesario quedarnos a oscuras para encontrarlos. Precisamente, en muchos pueblos de Teruel, sus habitantes demostraron ese día que, por encima de los apagones, está la vecindad, intentando ayudar a las personas más vulnerables, pese a no tener los medios necesarios.

Personas que daban lo más preciado que alguien tiene, que es el tiempo. Por eso, cuando la gente alaba habernos quedado sin luz, sin electricidad, simplemente por haber conocido las bondades de nuestros vecinos… No es necesario un parón energético, hay personas buenas, solo hace falta estar en el momento exacto.