El último artículo que publiqué en el Diario de Teruel trataba sobre una anécdota que me contó Pilar, acerca de un dibujo que hizo su hijo en el colegio sobre su familia. Esa historia me hizo recordar otra que me relató hace bastantes años Teresa, una madre de familia numerosa de Pamplona. Después de ponerme al día sobre los estudios de sus hijos, me habló de algo que le sucedió a una de sus hijas. En su colegio, una profesora había preguntado: “¿Qué es una madre para ti?”. Al ver la cara de felicidad de la hija de Teresa, la profesora le pidió que se levantara y lo explicara brevemente.
Ante la mirada atenta de sus compañeras, la niña se puso en pie y respondió sin dudar: “Para mí, una madre es la que siempre ha estado a mi lado”. No hizo falta explicar nada más: con esa frase lo había dicho todo. Su madre fue quien le dio la vida, quien la alimentó y educó siendo pequeña, quien se preocupó de darle vestido, quien la cuidó cuando estaba enferma, quien la despertaba con una caricia cada mañana, quien estaba pendiente de sus deberes, quien la abrazaba cuando estaba triste y quien sabía entenderla incluso cuando no encontraba las palabras adecuadas. Fue también quien la asesoró en aquellos momentos en los que una niña deja de serlo, quien la animó a superar retos, a saltar los obstáculos que se le iban presentando, a trabajar sin desánimo y con alegría. Mientras Teresa me contaba esa definición de su hija, se emocionó. Algo tan sencillo y breve resumía los desvelos de una madre por sus hijos.
Han pasado muchos años desde entonces y supongo que su hija ya habrá terminado los estudios en la universidad y posiblemente esté trabajando en alguna empresa, o haya montado su propio negocio. Sea como fuere, y tenga los problemas y dificultades que tenga, sé que sus padres seguirán a su lado, apoyando y animando a trabajar por una sociedad más justa, por convertirse en sembradora de paz y de alegría, de solidaridad y apoyo a los más necesitados.
Esta historia la he contado en muchas ocasiones, y tal vez nunca me había detenido a pensar en la profundidad que encierra. Sí, eso es una madre: estar cerca, no faltar en los momentos decisivos, ser cimiento oculto sobre el que otros construyen, fortaleza y guía en la oscuridad y, sobre todo, amor y presencia.
