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Reencuentro Reencuentro
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Asunción Vicente

Es muy emotivo reencontrarse con las personas queridas después de los años, un privilegio que solo se puede vivir si la vida nos respeta, por lo tanto, no deberíamos dejar pasar ninguno de nosotros la oportunidad de hacerlo con los familiares, amigos y compañeros de estudios o profesión. Estos últimos días he disfrutado de unos momentos que se han tornado inolvidables; he tenido la fortuna de reencontrarme en la hermosa ciudad de Granada con mis compañeros de carrera con motivo de las Bodas de Oro de nuestra promoción.

Una convocatoria exitosa gracias a la dedicación de un grupo de ellos, que se ha volcado en la tarea de localizarnos a todos por esta España nuestra y que, al hacerlo, recibimos alborozados esta cita que iba a permitir el reencuentro cincuenta años después.

Con emoción nos hemos reconocido, abrazado, besado y hablado hasta la extenuación de nuestras vidas, andadura profesional, hijos y nietos. Hemos cambiado, pero los rostros conservan los rasgos juveniles escondidos tras las arrugas que ha dejado el paso del tiempo, sin embargo, nuestros ojos centellean de ansiedad y alegría mostrando la ilusión de estar de nuevo juntos. Hemos vivido unas jornadas que nos han hecho recordar aquellos jóvenes que acudían a la facultad cargados de expectativas, llenos de sueños, deseando formarnos y convertirnos en buenos profesionales aportando a la sociedad lo mejor de nosotros mismos.

Todo ello me lleva a pensar en el sentido de la universitas un concepto que define lo que supone el paso por las universidades, de un conjunto de personas con un propósito común, la enseñanza y el aprendizaje. La vida ha ido pasando con alegrías y zozobras, pero esa comunidad de aprendizaje de nuestros años jóvenes ha hecho posible que no olvidemos los vínculos que nos ataron y que de nuevo han despertado con ansia.

No me parece pasado de moda resaltar este hecho y creo que los estudiantes de hoy no deberían perder nunca ese latido universitario, que los unirá para siempre, a pesar de que constato en los últimos tiempos un ambiente más individualista, con unos estudiantes mas encerrados en su mundo digital y menos implicados, tal vez esté equivocada y me gustaría que así fuera.

Las primeras universidades surgen en la Edad Media, al igual que las escuelas catedralicias, escuelas de retórica, escuelas palatinas y otros centros. Los llamados Studium Generale son el principio de ellas, aunque no existe una definición concreta, pero sí poseen una serie de características propias. Por lo general estos centros recibían estudiantes de todas partes y estaban dirigidos a un aprendizaje superior; no solo dedicado a las artes, debían tener alguna facultad superior, bien de teología, derecho o medicina.

La enseñanza era impartida por los magister, enseñantes con un grado superior que unidos a los estudiantes, configuraban una corporación legal organizada como un cuerpo autónomo con el objetivo de enseñar, aprender y otorgar grados académicos. A estas corporaciones se las consideraba entidades con derechos legales para contratar, administrar recursos y autogobernarse. Los maestros disfrutaban del privilegio de ejercer la enseñanza en cualquier otra escuela sin necesidad de un examen previo y junto con los estudiantes, podían obtener cualquier beneficio clerical sin cumplir la residencia obligatoria a tenor de las disposiciones del derecho canónico. Por otra parte, también gozaban de un elevado grado de autonomía con respecto a autoridades civiles y eclesiásticas, aunque en ocasiones para gozar de tales privilegios era necesario el beneplácito del Papa o del Sacro Emperador Romano, principalmente para garantizar el derecho a enseñar y la autonomía del centro.

La categoría de Studium Generale se reservaba a las escuelas más prestigiosas y antiguas. En 1531 se funda nuestra Universidad de Granada; más antiguas son las de Salamanca en 1218, Valladolid en 1241, Alcalá en 1293 o Bolonia en 1088. Fuera del entorno europeo es en el Califato Omeya donde encontramos la primera universidad islámica de Ez-Zitouna, fundada en 737 en el actual Túnez, considerada el primer centro antiguo de instrucción educativa.

Sea cual sea su antigüedad, no solo se trata de estudio y de formación de profesionales, se logra en ellas, además, establecer unos lazos que son imperecederos, como he podido vivir estos días junto a un centenar de colegas en este feliz reencuentro, después del alejamiento de unos y otros para iniciar el camino escogido por cada cual, en el mundo profesional y trazar nuestra propia andadura vital, ahora ha brotado de nuevo la ilusión y ha surgido como un ave fénix el ímpetu de la juventud.

Un lugar, una ciudad, unos magister, unos compañeros, estudio, exámenes, fiestas, música, amores y desamores, esa es nuestra Ítaca, la que ha estado presente en nuestro imaginario todos estos años. Hemos hecho un largo camino, vivido muchas experiencias, nos hemos topado con lestrigones y cíclopes, hemos tratado de vencerlos, deseando arribar a puerto sin prisas, en un viaje de cincuenta años que nos ha enriquecido como personas manteniendo siempre esa Ítaca en nuestra memoria, la hemos reencontrado en nosotros mismos, en la complicidad, armonía y cariño que hemos derrochado y como dice el poeta, Ítaca nos ha dado un hermoso viaje.