Síguenos
Cuando siento que no llego a todo Cuando siento que no llego a todo

Cuando siento que no llego a todo

banner click 244 banner 244
Grupo Psicara

Por Yaiza Senar Gutiérrez

Bienvenidas y bienvenidos al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. El artículo de hoy va a empezar con algunos ejemplos cotidianos con los que quizás te sientes identificado:

Son las ocho de la tarde, María todavía sigue en el trabajo y cree que no ha hecho nada en todo el día. Siente que se le va la vida en el trabajo.

Sergio se ha acostado en la cama para irse a dormir y está pensando en todo aquello que le hubiera gustado hacer durante el día para lo cual no ha tenido tiempo.

Ha llegado el domingo y Susana se ha dado cuenta de que ha hecho muchas cosas pero no ha disfrutado de ninguna en toda la semana, sumergida en sus preocupaciones.

Es viernes y Miguel está revisando su agenda, se da cuenta de que hay tareas que posterga de una semana a otra y se le están acumulando, lo cual le agobia.

Fernando lleva todo el día haciendo las tareas del hogar, no ha parado en un solo momento, llega la noche y su hija pequeña le pregunta: “papá, ¿cuándo vamos a jugar?, me lo has prometido”.

Después de esto, estimado lector, quiero preguntarte: ¿querrías tener un día de 30 horas para abarcar más? ¿cuando estás en la cama por la noche piensas “me he olvidado de x cosa”?, ¿sientes que no tienes manos, ojos y tiempo para todos y todo?, ¿te echas a dormir y no paras de pensar en lo que tenías que hacer?, ¿tienes una lista de cosas por hacer y sabes ya de antemano que no vas a lograrlas? o ¿piensas en todas aquellas cosas que tienes pendientes?

Si verbalizas de forma puntual “es que no llego a todo”, refiriéndote a que no te ha dado el día para todo lo que tienes que hacer, puede ser derivado por una mayor carga de trabajo en ciertos momentos, por imprevistos que ocurren y no podemos prever o controlar (que haya muchísimo tráfico, encontrar cola en el supermercado, reuniones que se alargan, una enfermedad, etc.) o por la influencia de ciertas circunstancias personales. Sin embargo, si es algo que repetimos de forma recurrente, si sistemáticamente no cumplo con lo que me marco para un día quizás significa que ese “todo” no es algo viable para ti.

La persona no existe sin su contexto. Te levantas, desayunas, estudias o trabajas, acudes a compromisos sociales, comes sano, ves a tu familia ¡y ojo no te olvides del deporte!. El ritmo de la sociedad en la que vivimos nos ha hecho creer que llegar a casi todo es una obligación, que si no nos autoexigimos una lista interminable de tareas diarias y la cumplimos, no estamos siendo productivos. Es como si por un momento olvidáramos que somos humanos y no robots, y nos castigáramos por no cumplir con las altas expectativas, alimentando la culpa, la frustración y la sensación de fracaso de manera casi constante.

Aquí también entra en juego un “amigo” que puede que conozcas: el perfeccionismo, con frases como “siento que podría haber hecho mejor mi trabajo, no lo he hecho perfecto”. Yo te pregunto: ¿perfecto para quién?. Ante esta desagradable sensación, un recordatorio que nos puede ayudar es: mejor hecho que perfecto.

Volviendo al “todo”, si crees que no llegas, quizás es importante plantearse si hay algo en nuestra vida o nuestro día a día que podamos reformular.  ¿Eres la única persona que lo puede llevar a cabo? ¿puedes hacer algún tipo de renuncia? ¿hay algo que puedas delegar? ¿todas las responsabilidades que hay en ese “todo” seguro que son tuyas?  Revisa durante un tiempo la lista de todo aquello que está dentro de tu “todo”. Quizás hay cosas que no son tu responsabilidad, quizás hay otras que no requieran tanta urgencia, otras que puedas delegar a un compañero o pareja u otras a las que puedas decir que no. Y no va a pasar nada ¡Date permiso! Reconocer dónde están tus límites es bueno y saludable. Tienes derecho a decir que no puedes más.

Detente y analiza tus emociones y pensamientos. La planificación también ayuda mucho, puede hacer una lista de todas las cosas con las que tienes que lidiar y que tienes que hacer. Intenta organizarlas por orden de prioridad. Para la sensación de no haber hecho nada en todo el día, puede ayudar a hacer una lista de las tareas que se han ido haciendo para así ser consciente del trabajo que se ha realizado y no infravalorarlo. Se puede invertir tiempo en esto, para ganar calidad de vida.

No poder con todo o no poder solos no tiene nada de malo, no hay nada mal en ti. Reconocer que no podemos con todo o que algo nos cuesta no nos hace débiles, nos hace humanos. Es necesario dejar de seguir sosteniendo un ideal irreal de perfección sobre nosotros mismos.

Recuerda darle espacio al autocuidado. Que no te asuste desaparecer un rato del mundo para poder salvar el tuyo.

Escúchate, conecta con lo que quieres, toma decisiones, elige libremente, teniéndote siempre en cuenta. Prioriza tus necesidades, priorízate a ti misma. Puedes ir quitando piedras de la mochila que cargas para que no te pese tanto.

Lo estás haciendo bien, no te exijas tanto, vas a tu propio ritmo, no has dejado de avanzar.

Estamos aprendiendo y cada día nos conocemos un poquito más a nosotros/as mismas.

“Hoy acepto, sin culpa, que a veces no voy a poder con todo. Y eso está bien”