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El arte de crear (te) El arte de crear (te)

El arte de crear (te)

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Por Carla Barros Sánchez

Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de Psicara abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. En esta ocasión vamos a hablar sobre la capacidad creativa del ser humano, y para ello me gustaría lanzarte la siguiente pregunta: ¿te consideras una persona creativa?

Empecemos por los cimientos, ¿qué es la creatividad? Seguramente hayas escuchado hablar sobre este concepto en otras ocasiones e, incluso, lo asocies de forma instintiva con pintores, escultores… lo que vienen siendo artistas, pero ¿esto va más allá del arte en sí? La creatividad es definida como la capacidad del ser humano para inventar diversas cosas, pudiendo ser estas objetos físicos, ideas, soluciones o simplemente fantasías.

No es de extrañar encontrarnos con la creencia de que la creatividad es una cualidad con la que se nace, innata, es decir, o la tienes o no la tienes, pero nada más lejos de la realidad. Lo que se ha visto es que no hay persona sin creatividad y es en la niñez cuando se muestra en estado puro y libre. Además, podemos afirmar que estamos ante una capacidad que se puede desarrollar y, por lo tanto, aprender.

Yendo un paso más allá, la creatividad es una habilidad exclusivamente humana, lo que nos diferencia, no solo de otros seres vivos, sino también de las inteligencias artificiales. Sin embargo, no todas las personas contamos con el mismo nivel de creatividad, ¿a qué se debe esto? Aquí nos encontramos con diversos caminos a la hora de elaborar nuestros pensamientos. Podemos observar tres determinantes que influyen en nuestra capacidad creadora. Por un lado, tenemos dos estilos de pensamiento, 1] el estilo divergente: el pensamiento primario, lateral, no sujeto a la conciencia ni a la lógica, sino que presenta un carácter simbólico y se asocia al pensamiento fantástico o creativo, y 2] el estilo convergente: el pensamiento secundario, vertical, en el que se trabaja de manera consciente y siguiendo la lógica. Por otro lado, están las habilidades del pensamiento, donde podemos incluir la fluidez mental, la flexibilidad cognitiva y la originalidad para brindar respuestas innovadoras. Y, por último, hablamos de las estrategias de pensamiento, haciendo referencia a la manera más inconsciente de organizar la información que percibimos según lo útil que nos parece.

¡Vale, bien!, empezamos a intuir la utilidad de contar con habilidades como la creatividad en nuestro repertorio de competencias y conocemos tres aspectos relacionados con el pensamiento que influyen en la forma que toma nuestra capacidad creativa, pero ¿cómo podemos potenciarla?, ¿hay algún “ingrediente clave” para ello? En efecto, se podría decir que existen ciertas pautas que podemos revisar, reaprender y entrenar para potenciar nuestra creatividad, ¡ahí van!

La espontaneidad: La creatividad aparece, no mediante una planificación, sino a través de la espontaneidad, lanzándonos a la “inspiración”: un estado de la conciencia particularmente inclinado hacia la creación.

La libertad de expresión: El pensamiento creativo no suele regirse por reglas lógicas, sino que se orienta hacia perspectivas novedosas, diferentes, donde se juega con la imaginación e incluso lo aparentemente imposible.

La apertura a la experiencia: Aumentar nuestro grado de curiosidad en nuestro entorno así como por diversos temas de nuestro interés puede ser clave. De esta forma mantendremos una actitud abierta y positiva a las vivencias ajenas y nuevas experiencias que pueden llegar “a nuestra puerta”. Además, se hace necesaria la apertura de nuestros sentidos desligándolos de prejuicios y valoraciones más rígidas que funcionaran de obstáculos en nuestro objetivo de poner en práctica nuestra creatividad. 

La tolerancia a la ambigüedad: Hablamos de la habilidad de mantenerse en calma en situaciones de mayor confusión o, en su defecto, no resueltas, evitando caer en la precipitación de una respuesta impulsiva.

Una autoestima positiva: Una vez más el estado de salud mental se hace primordial, y el grado de aceptación de uno mismo y de las propias particularidades hacen posible el desarrollo de esta capacidad.

La motivación de crear y la voluntad de obra: No solo se trata de imaginarlo sino de llevarlo a cabo hasta el final. Debemos disponer del impulso e interés por salirnos de la norma y elaborar creaciones propias o participar en otras ajenas. Seguido a esto, es de ayuda poseer una elevada motivación para la finalización de los propósitos iniciados.

El ambiente: Vemos que las condiciones físicas y sociales del contexto en el que vivimos son las que facilitarán o negarán el desarrollo del potencial creativo. ¿Y cuáles son esas condiciones que funcionan de facilitadores? Nos encontramos con la confianza en sí mismo, la seguridad y la valoración positiva de las diferencias que como individuos nos permiten adaptarnos al medio. En suma a lo anterior, ambientes donde se practica la empatía, donde son auténticos, congruentes y aceptadores, nos permiten emprender nuevos proyectos disminuyendo el miedo a los posibles riesgos que puedan suponer, pudiendo así aumentar la oportunidad de crear e innovar.

Creo que lo voy entendiendo; elaboración del pensamiento, ingredientes claves a los que hacer una revisión…, ¡okey! Ahora, ¿cómo lo puedo llevar a la práctica? ¿hay alguna pauta o estrategia que me pueda ayudar con ello? ¡Claro! A parte de hacer esa revisión y realizar ciertos cambios en nuestra forma de ser y actuar, siempre enfocándolo hacia aquello que queremos ser y lo que nos gustaría mejorar, existen algunas estrategias que nos pueden ayudar a conseguirlo.

Aquí te traigo algunas que pueden ser de tu interés. Por un lado tenemos el consumo de cultura (lecturas, cine, museos y exposiciones, conciertos, etc.), es decir, actividades y conocimientos que nos pueden motivar, inspirar y proporcionar contenido para llevar a cabo pensamientos creativos, ya que puede ser una fuente de asociaciones libres e innovadoras. Otra actividad que podemos utilizar es la brainstorming o “tormenta de ideas”, una técnica que puede propiciar la aparición de nuevas ideas y relaciones entre ellas, al plasmar en un papel todo lo que salga respecto a un tema en concreto, sin normas ni lógicas.

También te recomiendo investigar sobre el pensamiento lateral, un método de pensamiento creativo que propicia conexiones novedosas entre las diferentes ideas, abandonando la lógica tradicional. Para que puedas entenderlo mejor te pondré un ejemplo. A través del pensamiento lógico, exponemos que el suelo está para caminar, las sillas para sentarse, que en el plato hay comida, etc. Sin embargo, mediante el pensamiento lateral se nos invita a romper con este patrón impulsándonos a pensar en opciones más creativas e innovadoras que pueden representar esos cambios alternativos que tal vez nos permitan solucionar problemas que desde el pensamiento tradicional se nos resisten, como por ejemplo: «¿Cómo puede pincharse un globo sin que se fugue el aire y sin que el globo estalle?». Esto llevado al campo de las relaciones interpersonales, puede ser la llave para algunos de esos conflictos diarios.

Al final lo que se observa es que, en el mundo en el que vivimos hoy, donde los avances tecnológicos y la forma de entender la vida están en constante cambio, es un error limitar la educación a transmitir conocimientos. Se anima a hacer un esfuerzo por desarrollar las capacidades necesarias que nos permitan adaptarnos a esos cambios; encontrar soluciones originales y novedosas puede ser una estrategia muy valorada en los tiempos que corren.

Creo.

Creo de crear

Y creo de dudar,

Porque cada día me construyo

Y cada día me cuestiono. 

-Julia Jiménez Hens