“¡Me ha llamado el dermatólogo!”, me decía una amiga absolutamente feliz mientras tomábamos un café el otro día en la plaza del Torico. Mi cara de “por qué estás tan contenta” recibió una respuesta al instante: “Hace cuatro años que esperaba que me dieran cita…” Le dije yo: “Pero, ¿hablas de la Sanidad Pública? ¿Aquí en Teruel?” Y ella me puso esa cara que los que resisten en Teruel nos ponen a los que nos hemos ido vivir fuera y que nos saca los colores. “¡Hombre, claro! ¡No me acuerdo ni para qué era la consulta!” “No me extraña”, pensé para mis adentros mientras seguía viviendo con felicidad absoluta que un especialista de la piel le fuese a ver por fin.
Preparando esta columna me he topado con la denuncia que hacía esta semana la diputada socialista aragonesa Alba Sánchez y claro, me he acordado de la conversación con mi amiga. Así titulaba la noticia el Diario de Teruel: “Alba Sánchez denuncia que los 243 pacientes que tuvieron consulta el pasado fin de semana fueron atendidos por un único facultativo durante apenas 6 minutos cada uno”. ¡Ostras! ¡243 personas! ¿Pero qué locura es esta? Pues resulta que no es tanta, ni en Teruel ni en ningún otro lado. Tengo bastantes amigos médicos, que trabajan en la Sanidad Pública y también en la Privada. La mayoría compaginan ambos trabajos: el primero por vocación y el segundo para llegar a final de mes. E insisto, no son facultativos de zonas despobladas precisamente.
Lo que cobra un médico en nuestro país es una vergüenza. Si a esto le sumas el maltrato con la encadenación de contratos temporales o las guardias infinitas que sólo merman su capacidad de salvar vidas vamos apañados.
Tiene mucha razón la diputada Sánchez cuando pregunta: “¿Alguien puede pensar que en 6 minutos se puede ofrecer una atención médica de calidad? Es imposible escuchar al paciente, explorarlo correctamente, valorar su historia, explicar un diagnóstico, pautar un tratamiento y registrar todo en la historia clínica en tan poco tiempo”. También cuando cuestiona “¿quién va hacer el seguimiento clínico? ¿Quién controla la evolución de los tratamientos o revisa si hay que cambiar la medicación?” E incide en algo trascendental: “Estos dermatólogos no pertenecen al servicio del hospital (...) son especialistas de la empresa privada que no van a estar aquí la semana siguiente” y que además “duplican” lo que cobran los médicos habituales del hospital. Luego ya se va al mantra de privatizar la salud y tal… la cuota ideológica habitual. El Gobierno de Aragón se ha apresurado a responder que “no ha habido facultativos de esta especialidad que hayan mostrado interés en ocupar esa plaza” y que "se han buscado apoyos externos para atender a la población” a golpe de talonario, claro. Y aprovecha el PP para darle un zasca en PSOE recordando que cuando gobernaban en Aragón "ni siquiera ofertó las plazas vacantes de esta especialidad y llegó a dejar el Hospital sin dermatólogos”.
Ambos tienen razón en lo que se reprochan mutuamente y el problema tiene complicada solución, eso es innegable. Les voy a contar lo que viví yo este verano, cuando Teruel se quedaba sin especialistas para atender partos durante varias semanas. A un amigo que justo es especialista en esta materia le llama una compañera de su hospital y le dice que en el Obispo Polanco le pagan, ojo, 1.000 euros cada día de guardia entre las 15 h y las 8 de la mañana. Y 1.500 euros al día si esa misma guardia la hacía el fin de semana. ¿Saben lo que dijo mi amigo? Que no. Que qué se le había perdido a él en Teruel y menos estando de libranza. Que ni por todo el dinero del mundo. Claro, hubo tensión porque yo apelé al Juramento Hipocrático y me hizo la peineta. Habrá quien vea injusto que se le pague a médicos externos semejante pastizal por ir a cubrir los huecos vacíos y que, efectivamente, es un agravio para los facultativos residentes. Pero, ¿cómo lo solucionamos? Hemos entrado en un mercado persa, igual que pasó con las mascarillas del Covid, donde se lo lleva el mejor postor. Y a veces, como es el caso, ni con esas. ¿Qué más puede hacer el político local o regional de turno sea de partido que sea? Creo que nada.
Eso sí, aquí hay un Ministerio de Sanidad, con una ministra con mínimas competencias, que sí que podría hacer algo para paliar estas situaciones. Lo que ocurre es que, en política nacional es mejor abandonar al paciente a su suerte si eso te sirve para articular un discurso sobre privatizar la sanidad pública. Una privatización que estás alentando tú misma con tus nulas soluciones. Salud, ministra.
