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Silencio escandaloso Silencio escandaloso

Silencio escandaloso

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Javier Arnal

Hay un silencio escandaloso en España: el de las organizaciones feministas y responsables de los partidos políticos ante el caos de las pulseras antimaltrato.

No es un fallo aislado ni reciente. Ha habido numerosos fallos, desde hace prácticamente un año. Agentes de la Guardia Civil advirtieron de forma clara de que había víctimas de violencia machista que se estaban sintiendo desprotegidas debido al mal funcionamiento de las pulseras antimaltrato, llegando incluso a devolver al juzgado el dispositivo.

Este asunto se puso de relieve por parte de las Fuerzas de Seguridad, así como de magistrados de juzgados de Violencia Sobre la Mujer y de la propia Fiscalía, en una reunión en Granada el pasado 19 de febrero en la que estuvo presente la Subdelegación del Gobierno, el Ministerio de Justicia y el Ministerio de Igualdad, a través de sus delegados.

Los agentes captaron a un hombre, acusado de quebrantar hasta cinco órdenes de alejamiento, en el domicilio de la víctima sin que el sistema de alertas avisara sobre ninguna incidencia.

Ante estas reiteradas negligencias graves, a Yolanda Díaz, vicepresidenta tercera del Gobierno, no se le ocurre otra cosa que apelar a una “pequeña investigación”. Las víctimas, la sociedad española en su totalidad, jueces, Guardia Civil claman contra el pésimo funcionamiento de las pulseras.

Es cierto que se suma este escándalo a los de Ábalos-Cerdán-Koldo, la mujer de Pedro Sánchez, el hermano del presidente del Gobierno. Estallan tantos escándalos que puede parecer normal lo de las pulseras, cuando debería dimitir Ana Redondo, la ministra de Igualdad.

Si recopiláramos las diversas acepciones del “feminismo”, podríamos llevarnos alguna sorpresa. A mí me convence lo que dice la RAE, centrándolo en que defiende el “principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”.

Igualdad de derechos, de oportunidades, y de proteger a las mujeres ante situaciones de violencia o negación de derechos, que las ha habido y las hay, en España y en muchos países del mundo. Ni mujeres-florero ni manipulación política partidista.

Sin embargo, los sectores feministas en España guardan un silencio escandaloso ante muchas cuestiones que a la mayoría nos parecen sectarios, injustos. Hay un feminismo que pretende apropiarse del ámbito femenino pero “a la carta”, según intereses de partido político, tácticas internacionales y con silencios atronadores. Por ejemplo, el trato de los talibanes en Afganistán a las mujeres, o en países como Siria e Irán. Mutis.

¿El feminismo es de izquierdas? Al menos en España, esa etiqueta puede ser del pasado. Las mujeres quieren hechos, valentía, apoyos imparciales, no palabrerías. Primer hecho: que dimita la ministra de Igualdad, Ana Redondo.