Síguenos
Su primera Vaquilla Su primera Vaquilla

Su primera Vaquilla

banner click 236 banner 236
Javier Silvestre
Adrián está viviendo su primera Vaquilla. Bueno, tanto como puede vivirla un renacuajo de casi 10 meses. Por ahora se ha subido al Torico a hacerse una foto, le han dado su primer pañuelico, ha mirado entre asombrado y asustado a los Gigantes y Cabezudos; y ha bailado en brazos de su padre todo tipo de música.

El mejor regalo que le han podido hacer a Adrián ha sido una casaca vaquillera con los escudos de este año de todas las peñas. Pili Balén y su familia nos daban este sorpresón inesperado que mi hijo conservará toda la vida. También lucirá la casaca original que su padre se puso en su primera Vaquilla, cuando aún no alcanzaba el año de edad. 

Otros amigos le han regalado fajas, camisetas, más pañuelicos… Todo por convertir al recién llegado en un vaquillero más. Y uno, como padre, no puede sentirse más feliz. 

Adrián no nació en Teruel. No vive en Teruel (ni lo hará seguramente). Pero Adrián es turolense. Porque la ciudadanía, más allá de un concepto legal, es también una elección sentimental. Ya tendrá tiempo de decidir por él mismo dónde quiere vivir… pero durante su niñez Teruel va a ser uno de sus principales puntos de referencia.

Lo será porque su padre es de aquí y sus abuelos viven aquí. Vendrá cada dos por tres y (espero) no se perderá ninguna Vaquilla a partir de ahora, ni ningunos Medievales… Se tirará por la rampa del parque de los Fueros y cruzará el Viaducto con sus amigos para comprar chuches como si fuera la mayor de las aventuras. O no. Yo qué sé. 

Los turolenses que vivimos fuera tratamos de grabar a fuego a nuestros descendientes que esta es su tierra, aunque por circunstancias diversas no hayan nacido aquí (no está la cosa fácil precisamente). Les enseñamos que hay que quererla, cuidarla y llevarla por bandera allá donde vayan. 

Nadie puede dictar quién se siente turolense y quién no.  Algunos lo intentan (los de siempre) cuando no encajan bien las críticas. Convierten en foráneo al que tiene más linaje turolense que todos ellos juntos. Y sólo hacen el ridículo y demuestran lo alejados que están del Teruel real que tanto dicen representar. Por eso intentaré que mi hijo sea crítico con esta tierra y defienda lo que considere que haya que cambiar. 

Lo inmunizaré contra los que usan como argumento el “eres de fuera” antes que cualquier otra razón de peso. Y le enmarcaré la casaca que ha lucido en esta, su primera Vaquilla, para que recuerde siempre que él también es de Teruel. Nada me parece más bonito que darle la oportunidad de vivir las tradiciones con las que he crecido yo. Sentir que hay una pequeña ciudad a la que puede volver siempre que quiera y sentirla suya.

En esta época de despoblación, qué menos que inculcarle a nuestros hijos el amor por nuestra tierra. Impregnarlos de nuestras costumbres. Darles la oportunidad de que, si así lo eligen en un futuro, puedan regresar aquí. A casa. Retornar a los orígenes, vaya.
 
No se me ocurre mejor regalo para Adrián, ni mayor obligación para un turolense que vive fuera, que inculcarle sentirse de Teruel. ¿Puede haber algo más bonito? Con el paso del tiempo, si lee este artículo cuando sea todo un hombre, se dará cuenta de la suerte que ha tenido de convertirse en un turolense más.

Eso sí, esto será en unos cuantos años… que por ahora bastante tiene el pobre con conseguir ponerse de pie sin dejarse la cabeza en cualquier esquina.