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Marran@s Marran@s
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Javier Hernández-Gracia

El diccionario es claro y rotundo: vulgar, despectivo. Persona sucia y desaseada, eso estaría en el contexto de lo individual, pero en estas líneas yo voy al colectivo. El Covid-19 es el mayor reto al que se ha enfrentado no solo un gobierno, estado y conjunto de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, es la madre de todos los retos, y por tanto afecta a la sociedad de pleno. Me viene a la memoria el tema de Víctor Manuel “Como los monos de Gibraltar” y esa elocuente estrofa 
-siendo hijo y nieto de militar, quiso el destino esta prueba especial- que sería decir como el conjunto social se convierte en la diana de la pandemia.
De ahí que abrimos reflexión para analizar algunas respuestas sociales al tema, en primer lugar los aplausos a los sanitarios -bien-; de repente se toma conciencia nítida de su papel en una sociedad. Al decir sanitario decimos: médicos, enfermeras, auxiliares, limpiadoras, investigadores, farmacéuticos y ese amplio etc. que rodea a la profesión. ¡Muy bien por los aplausos! Luego está esa parte de la sociedad que se instala en eso que es tan antiguo como la levadura y que titularemos “La Culpa la tienen todos menos yo”, principalmente el Gobierno. La pregunta es ¿qué gobierno? Tenemos el del Estado, el autonómico, el provincial, el comarcal, el local.
En el lado opuesto está la solidaridad que ha sacado lo mejor de muchos, y eso como colectivo nos honra y mucho, el mirar al semejante es un buen ejercicio, porque permite mirarse a uno con parámetro de realidad, esa que se perdió en este país cuando a los programas sobre las alcantarillas en la vida de cuatro famosos se le llamó periodismo rosa, rosa tengo serias dudas pero que eso no es periodismo ninguna, no lo es, más bien se trata la náusea puesta en antena.
Individuo y colectivo el día a día -seré claro-. Formamos parte de una sociedad que en las más de las ocasiones ha considerado un héroe al que destrozaba una papelera, a la persona que arremete en una noche de borrachera contra el mobiliario urbano y hacía pública ostentación de ello y además regodeándose en su ignorancia más lamentable contaba cómo con una piedra dejaba a oscuras el vecindario.
Y ahora esa prueba del destino no va a puntuar de nuevo en lo colectivo pero sobre todo en lo individual; que yo soy un fan de la sostenibilidad lo sabe el conjunto social que me conoce, pasear por las ciudades, ver imágenes como la que nos muestran los medios de comunicación (lo serio y con oficio) de calles llenas de guantes, mascarillas por los suelos y espacios públicos, lo que se viene a decir mierda en general, alimentan mis ganas de llamarle al personal marran@ pero no poco marran@, muy marran@ diría yo. No hemos aprendido ese concepto de que el pueblo y la ciudad es también nuestra casa, que mantenerla limpia no solo es obligación de los equipos de limpieza del ayuntamiento de turno, que en su mayoría trabajan mucho y muy bien como se está demostrando, pero hay una ecuación sencilla, si a la limpieza habitual le añadimos una sobre carga de porquería en forma de guantes y mascarillas, tendremos: pañuelos, mierda de animales de compañía (para que vamos ponernos finos) bolsas de plástico, papeles, colillas y otra vez guantes y mascarillas por si no ha quedado claro.
Y sí, hermanos urbanos, muchos se romperán la camisa como Camarón y gritarán ¡Gobierno culpable! Formularemos la pregunta de nuevo: gobierno, ¿qué gobierno? Evidentemente hay una larga lista de acciones que son responsabilidades individuales y por tanto dichas responsabilidades inciden directamente en la colectividad. Que tú o tu hij@ tiréis papeles al suelo no es culpa de Pedro Sánchez, que salgas a pasear con tu perro y no recojas con un bolsica preferiblemente reciclada el presente que el animalico deja en la acera no es culpa del pleno de las Cortes de Aragón aunque te cueste creerlo, y lo de tirar la colilla al suelo y la cajetilla debajo de un coche, no puedes hacer culpable a Emma Buj por mucho que admires su estilismo.
Antes de salir de casa hay principios que debemos tener claro, lavarse las manos, usar mascarilla, mantener la distancia de seguridad y que todo ese material acabe donde tiene que terminar, una bendita papelera. Por cierto aprovecho para pedir más de estos enseres urbanos, informo que las hay de un diseño y sostenibilidad muy recomendables en relación calidad precio, con el deseo de que nadie las destroce, que de tamaña acción también tendrá la culpa el gobierno sin que sepamos cual exactamente.