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El joven Ramón J. Sender en Alcañiz El joven Ramón J. Sender en Alcañiz
Manuscrito de Sender en el Archivo Histórico Provincial de Teruel

El joven Ramón J. Sender en Alcañiz

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Serafín Aldecoa

Glosar la obra y la vida de Ramón J. Sender, el autor de inolvidables novelas como “Crónica del Alba” o “Imán”, en un artículo periodístico es tarea imposible debido a su amplia producción literaria y de gran calidad, y por los vericuetos  de su atribulada vida que le llevó a exiliarse a EEUU y México tras la Guerra Civil, llevándose en su “mochila” los amargos y trágicos recuerdos del fusilamiento de su hermano Manuel, alcalde republicano de Huesca, y  de su mujer, Amparo, unas semanas más tarde, por parte los militares franquistas sublevados en el golpe de Estado del 18 de julio de 1936.

Por todo ello, pensamos centrarnos solamente en la presencia de Ramón José Sender Garcés (1901-1982) en la capital del Bajo Aragón histórico, Alcañiz, entendiendo que es una buena excusa para escribir y homenajear, como acaba de hacer la revista Turia, al gran escritor oscense, nacido en la localidad de Chalamera, en el 120 aniversario de su nacimiento. Decimos que es solamente una “excusa” porque su estancia, como veremos, se redujo a unos escasos meses durante su juventud.

“M.I.S. Ramón José Sender y Garcés, de 17 años de edad, estudiante con residencia actual en Alcañiz, con cédula personal expedida en Caspe (...) de la manera más respetuosa expone: Que habiendo trasladado la matrícula de del Instituto de Zaragoza al de esta ciudad por haber adquirido la residencia en Alcañiz, distrito de esta, por la misma razón se ve obligado a solicitar el traslado de la enseñada oficial a la colegiada al objeto de poder estudiar y ser examinado en Alcañiz”. Este es el escrito que de su puño y letra dirigía el joven Ramón J. Sender al director del Instituto de Teruel, no de Alcañiz, el 28 de abril de 1918, el año de la epidemia de la mal llamada “gripe española”.

Antes de proseguir, sin ser expertos en grafología, queremos resaltar la claridad, la elegancia, la personalidad y la madurez de la escritura con la que se expresa el joven Sender en la carta que pertenece al expediente escolar de Bachillerato que se conserva con mimo en el Archivo Histórico Provincial de Teruel.

En realidad Sender no podía escribir al director del “instituto” de Alcañiz porque, entre otras razones, no existía un centro de secundaria en la ciudad en esos momentos ya que el único creado hasta entonces en la provincia era el de Teruel capital. En los años de la II República hubo intentos y promesas para crear un nuevo instituto en el Bajo Aragón, pero la demanda no se cumplió y hubo que esperar hasta los años cincuenta del siglo pasado para que un nuevo centro de secundaria funcionase en Alcañiz.

El centro en el que Sender iba a cursar las asignaturas que le quedaban para acabar el bachillerato, era el colegio privado de las Escuelas Pías (PP. Escolapios) que desde el siglo XVIII funcionaba en Alcañiz pero que aparecía adscrito al Instituto provincial de Teruel desde 1859. Este colegio junto a los Escolapios de Albarracín y el colegio de San Vicente Paúl de Alcorisa, también como centros adscritos, preparaban a los alumnos para realizar los estudios de Bachillerato de tal manera que los catedráticos de Teruel, el centro oficial,  se desplazaban a estos colegios para realizar los exámenes de los alumnos por lo que sus expedientes se conservaban en la capital.

En el escrito solamente pedía cursar las asignaturas del “último grupo que se halla cursando Agricultura y Técnica agrícola e industrial y Química general” que finalmente superó con nota de “aprobado” con los que pudo así obtener el título de Bachillerato. Sender no fue un estudiante de brillantes notas.

La familia de Sender era de clase media pues su madre era maestra y su padre, secretario, mientras que Sender ya había iniciado sus estudios de bachillerato en Zaragoza cuando sus padres se habían trasladado allí y posteriormente marcharon a Caspe ya en 1917. Ahora bien, su traslado como interno al colegio de Alcañiz debió de ser una especie de castigo ejecutado por su padre con el que mantenía relaciones difíciles, quizás motivadas por el autoritarismo paterno y que reflejó en “Crónica del alba”.

Sender permaneció algunos meses en Alcañiz independizado de su familia trabajando de recadero (“mancebo”, según algunas fuentes) en una farmacia hasta que decidió marcharse a Madrid donde malvivió los primeros años y donde inició sus estudios de Filosofía y Letras que no concluyó por el cierre de la Universidad debido a la gripe española.

A partir de aquí empezó su carrera periodística y literaria que le llevó a ser considerado como el mejor novelista español de la posguerra. Tal es así que en 1981, según diversas fuentes, hubiera sido propuesto para el premio Nobel de Literatura de no haber mediado su enemistad con un escritor influyente de la posguerra, digno del mayor aborrecimiento: Camilo José Cela. Cuentan de una pelea entre ambos en la casa mallorquina del escritor gallego, con agresión física incluida, después de haber sido provocado Sender por la actitud chulesca de Cela.

 Sender, entre otras, fue el autor de novelas de prestigio, incluso llevadas al cine, como “La aventura equinoccial de Lope de Aguirre” o “Réquiem por un campesino español” con el cura mosén Millán como protagonista, considerada como la mejor novela escrita sobre la Guerra Civil española. Recientemente ha sido adaptada al teatro por el grupo zaragozano “Che y Moche” y representada en el cine Marín.

 Su militancia política dentro del Partido Comunista de España, su combate durante la guerra en el bando republicano y su posterior paso por el anarquismo, le llevaron al exilio hasta su regreso puntual a España en 1974. Había pasado 36 años.