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Homenaje a los alcaldes republicanos ejecutados (III) Homenaje a los alcaldes republicanos ejecutados (III)
Museo de la Remolacha en Alfambra

Homenaje a los alcaldes republicanos ejecutados (III)

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Serafín Aldecoa

Cuando redactamos estos artículos sentimos una profunda sensación de tristeza y de dolor que nos tienta a abandonar la escritura, a dejar las cosas como están, a continuar con el olvido colectivo, esta amnesia tan turolense con los temas de la memoria democrática tan perdurable en el tiempo.

Pero tras unos minutos de reflexión y de duda, regresamos al ordenador y reanudamos muestra colaboración y nos decimos: Hay que seguir en la brecha, tenemos que dar a conocer públicamente unos hechos tan trágicos y, sobre todo, realizar un pequeño homenaje a estas personas cuyo único “delito” fue el intentar mejorar la vida de sus vecinos.

Hoy centraremos nuestra atención en el municipio de Alfambra que sufrió considerablemente la tragedia de la Guerra civil y la represión inicial de los mandos franquistas victoriosos contra las autoridades que habían defendido el régimen republicano, y más concretamente contra dos de los alcaldes del periodo 1931-1936: Niceto Alegre Villalba y Martín Crespo Yago, aunque también podríamos incluir concejales, dirigentes de organizaciones sindicales, políticas…

Ambos fueron elegidos democráticamente en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, las únicas que tuvieron lugar en el periodo republicano, por lo que pasaron a formar parte como concejales del Consistorio de Alfambra el 15 de abril. Este día, antes que en la gran mayoría de municipios de Teruel, los integrantes del Comité republicano proclamaron el nuevo régimen Alfambra la vez que era elegido alcalde Niceto por votación mayoritaria de los ediles.

Niceto era lo que en los censos electorales de los años treinta del siglo pasado aparecía con la profesión de “industrial”, pero un industrial dinámico tal como me contaba una nieta y como me lo aclaró un poco más Clemente Alonso: “Era molinero. Sus hijos heredaron el oficio. Promovió un molino no hidráulico” pero también tenía otras ocupaciones: “ejerció como empleado de banca, ofreciendo préstamos e introduciendo semillas”. Ser molinero en aquella época te daba una posición económica envidiable en Alfambra y en otras localidades del entorno.

En los citados censos electorales Martín Crespo, el otro alcalde, debía de figurar como “labrador”, no “jornalero”, lo que significa que debía de disponer de suficientes tierras de cultivo como para vivir con cierta holgura económica y pese a que ambos presentaban un buen nivel de vida, fundaron en Alfambra el Partido Radical Socialista (luego Izquierda Republicana, IR), seguramente como “centro instructivo”, tal como se hacía en los años treinta.

Martín Crespo Yago, alcalde de Alfambra. Clemente Alonso

No sabemos los estudios que había realizado Martín Crespo pero pensamos que asistió a la escuela primaria, que su formación posterior habría sido autodidacta y que su cultura habría crecido no en el Instituto ni en la Universidad, sino con la lectura y el estudio personal. Lo decimos esto porque encontramos unos cuantos artículos suyos en los periódicos de la época, alguno en torno proyecto fallido del pantano de “Los Alcamines” para regular el río Alfambra que defendió a toda costa junto a Niceto Alegre, pero es que, además, en los mítines que pronunciaba en los pueblos de la contornada sorprendía por su facilidad de palabra, por su oratoria. Tal fue su protagonismo que entró a formar parte como representante de la comarca del Alfambra en la Conjunción Republicano-Socialista de la provincia de Teruel en mayo de 1931.

Al poco de tomar posesión el Consistorio tras las elecciones de abril y debido a la gran crisis económica y social que afectaba a Alfambra, uno de los primeros acuerdos tomados por mayoría fue la solicitud a la Jefatura de Montes del Estado la roturación del monte 215 (conocido popularmente como “Montes Blancos”) del término municipal.

Enfrente a esta decisión, al igual que ocurrió en otras localidades de la provincia como Cella y Villarquemado con las roturaciones de montes, tuvo a propietarios y caciques de Alfambra que se negaban rotundamente a que dicha propuesta fuera aprobada. Fruto de la presión constante de estos sectores fue la “dimisión irrevocable” como alcalde de Niceto Alegre a principios del mes de julio de 1933.

Pero la solicitud siguió adelante y en el mes de agosto, un mes después de la dimisión de Niceto, el Gobierno republicano, aplicando la Ley de Reforma Agraria aprobada en el mes de septiembre de 1932, concedía al municipio de Alfambra la roturación de 550 hectáreas del monte citado procediéndose a continuación al reparto de parcelas que fue boicoteado por los sectores opositores a ello.

En 1936, por lo menos a partir de las elecciones de febrero y el triunfo del Frente Popular, el sillón consistorial estuvo ocupado por Martín Crespo que sustituía así a Niceto Alegre aunque durante el llamado bienio negro (1934-36) pudo haber otro alcalde en Alfambra. Al iniciarse la sublevación contra la II República por parte de los militares y al controlar estos el poder en Alfambra, Niceto Alegre y Martín Crespo, como vimos que hizo Alberto Benso en Sarrión, se trasladaron a Teruel, en este caso acompañados por el párroco Pumareta, para consultar al Gobernador qué actitud tomar ante la situación. El cura regresó a Alfambra pero los dos alcaldes, no. Martín, según algunas fuentes, pudo ser trasladado y ejecutado en Zaragoza y Niceto posiblemente en los Pozos de Caudé. Como en otras ejecuciones, no existe documentación al respecto.

Martín Crespo en el periódico República