En nuestra anterior entrega hablábamos de la muerte por fusilamiento de varias mujeres durante la primera guerra carlista (1833-1840) como consecuencia ("efectos colaterales", dirían ahora) de los enfrentamientos armados entre los partidarios de Isabel II (liberales) y aquellos que aspiraban a ocupar el trono de España, los carlistas.
Pues bien, hoy nos ocuparemos de dos mujeres que el Gobierno liberal, vencedor final de las guerras, ensalzó por todo lo alto por participar, con armas incluso, en la lucha frente a los carlistas calificando su actitud como "heroica" ya que para los dos bandos el hecho de que una mujer interviniera en actos bélicos era considerado como un hecho extraordinario pues, para su mentalidad, el lugar de la mujer era la casa, el hogar y no el espacio público y menos participando en combates.
Un propietario de ideología liberal, José María Catalán de Ocón, descendiente de este linaje con casa de hidalguía en Monreal del Campo pero con ramificaciones en Valdecabriel, Torrijo del Campo, Rodenas... dio noticia de los actos "heroicos" que realizó la vecina Rafaela Francisca Latorre y Latasa en Monreal del Campo frente a los carlistas que se cebaron en su violencia contra este pueblo.
Los mandos y la tropa del ejército liberal cometían todo tipo de fechorías como el citado fusilamiento de la madre de Cabrera, pero también contra los vecinos de los pueblos a los que llegaban si no acataban sus órdenes como darles comida y/o alojamiento, pero sus rivales, los carlistas, no se quedaban mancos ya que también realizaban actos violentos que históricamente se han conocido como “carlistadas”.
Una de estas la ejecutaron en el pueblo de Monreal del Campo tal como la cuenta Pascual Madoz en su célebre diccionario: “A pretexto de querer fortificarla el general O´Donell, en el mes de septiembre de 1939 el gefe {sic} carlista Llagostera mandó demoler, la torre, la iglesia, las casas del Ayuntamiento y todos los edificios que formaban la plaza principal, la ermita de Santa Bárbara y un castillo antiguo próximo a ella…” Es decir, se cargaron todo lo que era el casco antiguo de la localidad, hecho este lamentable porque se perdió una parte importante del patrimonio histórico-artístico que ya no se recuperó.
Pero no contentos con ello, unos meses más tarde, en mayo de 1940, a punto de firmarse el Pacto de Vergara que puso el final a la guerra, todavía llevaron a cabo otra carlistada: “incendiaron sobre cien casas y toda la parte del pueblo que pudieron dominar”. Esta barbaridad parece que se debió a su fracaso al intentar la ocupación del castillo de Monreal del Campo.
Frente al enemigo
Catalán de Ocón lo relataba así: "Se reunieron cincuenta hombres de ánimo esforzado, y encerrándose en un ruinoso castillo (...) se hicieron fuertes y plantaron cara al enemigo, que para ellos era formidable, por el número, la disciplina y la artillería. No arredraron nuestros héroes y Rafaela Francisca fue el genio y el alama de la audaz resistencia (...) ya que armada de un trabuco y en una de las aspilleras de más peligro, a la par que alentaba a sus compañeros, aguardaba serena para disparar a los pelotones de los más osados que se pusieran al alcance de su arma. Y entonces, valiente y atrevida, sembraba la muerte y el terror entre sus adversarios, no desmayando ni un momento durante diez durante las 16 horas que duró el combate. Tantas pérdidas sufrieron los carlistas que tuvieron que abandonar su empeño..." realizando la acción violenta y destructiva mencionada.
Parece ser que Rafaela, según Catalán de Ocón, recibió algunos honores por parte del Gobierno de la reina "puesto que decretó una indemnización -que creo que no se ha pagado aún- y le fue concedida la cruz de San Fernando por méritos de guerra". Murió la heroína en el mes de junio de 1855 en una de las tres epidemias de cólera que afectaron a la provincia de Teruel en el siglo XIX.
Otro de los pueblos -supongo que de mayoría liberal- que sufrió duramente las arremetidas carlistas fue Montalbán, pero sucedieron un año antes (mayo 1939) que en Monreal del Campo y en ellas parece que el que dirigía los combates fue el mismo Ramón Cabrera que se desplazó desde su cuartel general en Cantavieja.
Pues bien, la heroína que participó en la defensa de la localidad se llamaba Manuela Cirugeda y su actuación en el combate debió de ser similar a la joven de Monreal del Campo, aunque disponemos de menos información de su actuación, entre otras razones porque no existió un cronista local que narrase sus "hazañas". No obstante, el pueblo de Montalbán rindió homenaje a esta joven de 22 años dedicándole una calle con su nombre colocando dos placas, una al principio y otra al final en el edificio Ítaca.
Para conocer más detalles de los ataques carlistas a Montalbán, recomendamos el blog crónicamontalbinas.bloger.com donde se detalla el grado de destrucción del casco urbano convertido prácticamente en escombros y de su castillo del que solamente quedaron restos de la torre y del aljibe.