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Trump auxilia a Sánchez y Sánchez tapa a Mazón Trump auxilia a Sánchez y Sánchez tapa a Mazón

Trump auxilia a Sánchez y Sánchez tapa a Mazón

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Manuel Campo Vidal

Chus Viana, político incondicional de Adolfo Suárez, recibió en casa al presidente del Partido Nacionalista Vasco, Xabier Arzallus, y al lehendakari Carlos Garikoetxea, dispuestos a ficharlo de inmediato. Se resistió diciendo que era vasco y hasta vasquísimo, alavés a muerte y patriota, pero no nacionalista. ¿Pero qué lo impide? preguntaban agotados los visitantes. Viana contaba divertido que los ahuyentó, incluso ofendió, diciéndoles: “No puedo ser nacionalista porque a mí me gusta reírme algunas veces”.

Esto mismo podría aplicarse a gentes del Partido Popular -no todas- tras siete años sin reír y cada vez más enfadados. Celebraban en mayo de 2018 que habían aprobado los Presupuestos del Estado, cuando una inesperada moción de censura a Mariano Rajoy los sacó del poder. Desde entonces odian a Pedro Sánchez y expresan su agrio malestar. Como le espetó Alfonso Guerra en las Cortes al ministro Rafael Arias Salgado, “hay algunos que sufren mucho internamente”. La bancada popular del Congreso se superó esta semana con abucheos contra el Gobierno cual hooligans cerveceros de los que denigran los estadios. Que el gabinete de Sánchez va a caer un día u otro lo sabemos todos; pero estremece pensar que la responsabilidad del Estado puede quedar en manos de semejante tropa enfurecida. Cualquier asesor del PP debería atreverse a trasladarles que la imagen es deplorable.

Esta misma semana de calor asfixiante e incendios políticos devastadores, un abogado del Estado y dos consultores, peperos confesos, admitían que “ya teníamos a Sánchez frito con lo de Cerdán, hundido, y llega Donald Trump a echarle un salvavidas”. De paso, Sánchez ha incendiado los parlamentos de Europa -Italia, Bélgica, Eslovenia, etc- recriminando la oposición a sus gobiernos por no haber tomado distancias con el desorbitado gasto armamentístico del 5 por ciento del PIB, “como hizo el presidente español”. Núñez Feijóo lo ha resuelto acusándolo de “dividir a Europa”, pero sin dar explicaciones convincentes de lo que él haría en el Gobierno ante el despropósito del cinco por ciento. El laborista Keir Starmer en Reino Unido ha tenido que retirar recortes sociales por un plante de cien de sus parlamentarios. Y lo que vendrá.

De modo que con el oxígeno vital de Trump y con el aplauso de las oposiciones europeas, aunque esto último sirva de poco en la práctica, Sánchez sigue respirando. Y quién sabe si rezando, para que otros dos informes pendientes de la investigadora UCO no le revelen más corruptelas en su partido, o en su gobierno. Su militancia está dolida y avergonzada. “No hay derecho a esto”, sentencian en cinco palabras.

Pero la pregunta más extendida estos días en cualquier conversación contiene un solo verbo: “¿Aguantará?”. Ya se sabe a quien se refiere la incógnita. A Sánchez. Hasta hace tres semanas la misma pregunta se refería siempre a Carlos Mazón, impertérrito tras 227 ciudadanos ahogados mientras él pasaba una tarde de fiesta. Lo de Sánchez le supone un respiro. Menuda carambola: de Trump a Mazón pasando por Sánchez.

En España puede ocurrir ahora cualquier cosa. Para algunos socialistas que aún no lo ven todo perdido, si Sánchez pasa el 5 julio, renovará la dirección del partido. Y si después llega a septiembre, remodelará el Gobierno. La pregunta clave es con quién hará esos cambios vitales. ¿Queda alguien en el partido con capacidad de liderazgo, después de no haber dejado crecer alternativas? ¿Quien aceptará ser ministro de Sánchez en esta situación? Nadie sabe nada. Si acaso, la UCO.