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Arte contemporáneo

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Elena Gómez

Esta semana he visitado, in extremis, la pintura del maestro Tiziano que el Museo del Prado ha prestado a Teruel durante unos días. Soy una fanática de las obras maestras del arte clásico, así que entenderán la emoción y el orgullo que siento en este momento. Además, la exposición del cuadro viene acompañada por otra de notables artistas turolenses con obras inspiradas en el mismo. A mi entender, sin ser una experta, algunas de ellas muy interesantes.

Pero desde que salí del Museo Provincial, vengo reflexionando sobre el arte contemporáneo. Soy una aficionada, pero la sensación que tengo es que hoy en día el arte apesta a dinero, idolatría y consumismo, y ya no se transmiten las emociones a través de la belleza.

Según la RAE, el arte es la “manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros” (RAE) y según el diccionario de María Moliner es la “actividad humana dedicada a la creación de cosas bellas.” A esta última acepción yo le añadiría “y que despiertan emociones”.

Pero en la actualidad solo se considera arte lo que la crítica dice y los ricos pagan. Siempre hubo mecenas que pagaban a los artistas que hoy conocemos como genios. Pero los de hoy en día son personajes podridos de dinero que creen que tener esculturas o cuadros carísimos en sus mansiones es un claro indicador de lujo y poder. Y la picardía de algunos artistas es comparable con la del Lazarillo de Tormes o los Sastres del Emperador.

Por eso la mayoría de las veces que los simples mortales vamos a una exposición de arte contemporáneo, la única emoción que se nos despierta es la mala leche por la pérdida de tiempo y dinero. Quizá por eso se esté reivindicando cada vez con más fuerza el arte urbano, como algo flexible y cercano al ojo menos erudito.

Y para discernir qué trabajos son, o serán, obras maestras, tendremos que esperar que pase el tiempo para tener una mejor perspectiva.