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Conciencia Conciencia
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Raquel Fuertes
Bien y mal. Blanco y negro. Sin grises. Sin fisuras. Hay momentos de gran ingenuidad en los que uno piensa que cualquier acto, decisión u omisión se pueden evaluar, mejor, juzgar, como bueno o malo. Sin matices. Un juicio sumarísimo que no admite apelación. Por supuesto. Porque estamos en poder de la verdad absoluta y todos los demás están equivocados. Pobres diablos. Con lo fácil que es distinguir lo que está bien y lo que está mal. Al fin y al cabo, ¿el mundo no se divide en dos grandes cajas, una en la que está lo malo y otra en la que está lo bueno? Pues no. La vida nos lleva a comprobar que no hay verdades absolutas. Que a veces no es ni una sufrida escala de grises sino una alternancia impredecible y caprichosa de blancos y negros que algunos llamarían contradicción; otros, incoherencia y algunos, adaptación. Así que nuestra conciencia evoluciona, cambia y no es la misma hoy que ayer porque en ese día nuestra experiencia de vida ha cambiado y con ella nuestro punto de vista y nuestra capacidad de juicio. Incluso en lo tocante a nuestros mismos. Leo cosas que pasan, han pasado o no deben pasar en Madrid alrededor del aborto y vuelve la palabra conciencia a mis titulares. Por supuesto, nadie puede obligar a un médico a practicar un aborto si su conciencia se lo impide. Es fácil ponerse en su lugar, más cuando su profesión se basa en proteger la vida. No creo que haya discusión. Pero me pongo del lado de la mujer que atraviesa lo que, sin duda, será uno de los momentos que marquen un antes y un después en su vida. Quizás el peor. Una mujer a la que las circunstancias le llevan a sobreponerse a cualquier prejuicio de conciencia (¿cómo va a ver alguien como “bueno” a priori interrumpir un embarazo e impedir una nueva vida?) y tomar una decisión dura, difícil y en soledad (por mucho que su pareja o su familia le apoyen, el riesgo, el cuerpo y la conciencia son suyos). Las circunstancias de cada una solo una las sabe. Y la dolorosa decisión le pertenece. ¿Por qué empeñarse en hacérselo más difícil? Parece que algunos invierten esfuerzos más en incrementar el sentimiento de culpa ajeno que en la empatía y el acompañamiento en tan duro momento vital. ¿Quién debería hacer examen de conciencia?