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Topless con mascarilla Topless con mascarilla

Topless con mascarilla

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Raquel Fuertes

Recuerdo con nostalgia aquellos días de playa de los primeros años de la Transición. Aparte de la sensación de felicidad de llegar a la playa a primera hora, sin más huellas en la arena que las del viento, la sensación de verano y la certeza de que todo estaba bien, en aquellos días de la infancia empezábamos a vivir con puritano recato ciertas muestras de que íbamos camino de una libertad y unas formas muy distintas.

Los paseos por la orilla obligan a pasar dos veces por el mismo sitio. Ese obligado doble sentido nos permite volver a ver lo que en una primera pasada nos ha llamado a atención, a modo de corroboración, placer o curiosidad satisfecha.

En aquellos paseos de los 70-80 había un punto de atracción sobre el que pivotaban los circuitos: las primeras “desvergonzadas” que exhibían su torso desnudo. Además, con doble valentía: pocos pechos operados se veían en aquellos años en los que enseñar entraba en la categoría inmediatamente anterior al pecado. “Lo que ves es lo que hay”.

Esas precursoras de la libertad ahora se mezclarían entre la normalidad. Ya no hay paseos de ida y vuelta motivados por unos senos al aire (muy espectaculares o de alguna conocida han de ser) cuando ya se exhiben con total naturalidad a cualquier edad y en cualquier estado (grandes, pequeños, operados, caídos, exultantes, mínimos…).

Sin embargo, hasta hoy, la paradoja la encontrábamos en que (en teoría, en la práctica poco se ha visto) podíamos elegir lucir torso al completo hasta en la playa más familiar… pero con mascarilla.

De acuerdo: no tapa lo mismo un sujetador de bikini que una mascarilla, sus funciones son bien distintas, pero, si solo nos fijamos en lo estético, no deja de llamar la atención esa antítesis entre lo cubierto y lo descubierto… hasta el sábado.

Porque en la noche del viernes al sábado, por lo visto, sucederá algo mágico, imposible la semana pasada o la próxima, que permitirá que entonces y solo entonces nos quitemos la mascarilla en exteriores y podamos recuperar por entero nuestra sonrisa. En topless o vestidos en el parque. Momento deseado por todos, pero sobre el que no puedo dejar de preguntarme ¿por qué el sábado y por qué anunciado con tanta estelar antelación? Por ahora, vivamos el momento. Ya lo pensaremos mañana.