

La causa de la ola de incendios que hemos sufrido en España, en la mitad de España, no es el cambio climático. Hay que ser rigurosos y no ser oportunistas, que es lo que ha hecho Pedro Sánchez, veraneando plácidamente mientras se propagaban los incendios y luego ha aparecido para decir que va a promover un pacto de Estado contra la emergencia climática y se creará una comisión interministerial.
Los vecinos de Boca de Huérgano (León) lo han dicho: “¿Dónde van a vivir los animales con todo esto quemado? No se limpia el monte, pasa esto. Los ecologistas han conseguido que esto esté quemado”.
Es evidente que ha habido diversas causas en los incendios. No caigamos en demagogias, repasemos cifras, escuchemos a todos, y el que quiera quedarse con la explicación de Pedro Sánchez es muy dueño de hacerlo, aunque en mi opinión es una maniobra oportunista para no asumir responsabilidades.
No es una impresión mía. Recojo la opinión de la mayoría, o eso creo, así como de expertos profesionales. Javier Madrigal, por ejemplo ingeniero de montes e investigador de Ciencias Forestales del INIA-CSIC lleva 25 años investigando cómo domar el fuego y reducir los daños del monte, y ha sido contundente: “Lo que estamos viendo hoy son sesenta años de abandono rural”.
Este abandono rural tiene varias causas. Desde luego una importante es la estrictamente sociológica-económica, el éxodo rural a las ciudades: la ganadería mantenía limpios los montes, era el método natural más eficaz, pero fue desapareciendo. En la desaparición de nuestra ganadería hay un factor fomentado desde Bruselas, y otro es la emigración a ciudades, produciéndose la España vaciada, y de eso en la provincia de Teruel tenemos décadas de experiencia, reivindicaciones y alertas, sin que apenas se haya hecho caso.
Bien sea por la ganadería y la agricultura, bien sea por otros factores, el monte hay que cuidarlo. El Gobierno ha reducido a la mitad el gasto en este concepto. Encontramos ciertas semejanzas con la dana del 29 de octubre en Valencia: allí no se previó durante años limpiando y trazando planes de contención, y en los montes falla prevenir.
Por desgracia, los políticos invierten en edificios y subvenciones visibles y electorales, no en planes de prevención “que no se ven”, hasta que ocurren tragedias.
Me lo ha contado un buen amigo. En un incendio donde vive “no nos dejaron actuar a los vecinos, que en realidad somos los que conocemos el monte”. Muchos bomberos, pero “poco efectivo: al final se quemó más de la cuenta”. Contar con los vecinos, conocedores a fondo del lugar, es necesario.
Ahora Fiscalía quiere investigar si los ayuntamientos tienen planes apropiados contra los incendios. Curioso: se arremete contra la institución más débil, en vez de ver el déficit del Gobierno, planes de comunidades autónomas y diputaciones.
Diluir y marear para sosegar la indignación popular. Se prohíbe a los vecinos talar árboles, limpiar el monte: es indignante y cruel.
Los vecinos de Boca de Huérgano (León) lo han dicho: “¿Dónde van a vivir los animales con todo esto quemado? No se limpia el monte, pasa esto. Los ecologistas han conseguido que esto esté quemado”.
Es evidente que ha habido diversas causas en los incendios. No caigamos en demagogias, repasemos cifras, escuchemos a todos, y el que quiera quedarse con la explicación de Pedro Sánchez es muy dueño de hacerlo, aunque en mi opinión es una maniobra oportunista para no asumir responsabilidades.
No es una impresión mía. Recojo la opinión de la mayoría, o eso creo, así como de expertos profesionales. Javier Madrigal, por ejemplo ingeniero de montes e investigador de Ciencias Forestales del INIA-CSIC lleva 25 años investigando cómo domar el fuego y reducir los daños del monte, y ha sido contundente: “Lo que estamos viendo hoy son sesenta años de abandono rural”.
Este abandono rural tiene varias causas. Desde luego una importante es la estrictamente sociológica-económica, el éxodo rural a las ciudades: la ganadería mantenía limpios los montes, era el método natural más eficaz, pero fue desapareciendo. En la desaparición de nuestra ganadería hay un factor fomentado desde Bruselas, y otro es la emigración a ciudades, produciéndose la España vaciada, y de eso en la provincia de Teruel tenemos décadas de experiencia, reivindicaciones y alertas, sin que apenas se haya hecho caso.
Bien sea por la ganadería y la agricultura, bien sea por otros factores, el monte hay que cuidarlo. El Gobierno ha reducido a la mitad el gasto en este concepto. Encontramos ciertas semejanzas con la dana del 29 de octubre en Valencia: allí no se previó durante años limpiando y trazando planes de contención, y en los montes falla prevenir.
Por desgracia, los políticos invierten en edificios y subvenciones visibles y electorales, no en planes de prevención “que no se ven”, hasta que ocurren tragedias.
Me lo ha contado un buen amigo. En un incendio donde vive “no nos dejaron actuar a los vecinos, que en realidad somos los que conocemos el monte”. Muchos bomberos, pero “poco efectivo: al final se quemó más de la cuenta”. Contar con los vecinos, conocedores a fondo del lugar, es necesario.
Ahora Fiscalía quiere investigar si los ayuntamientos tienen planes apropiados contra los incendios. Curioso: se arremete contra la institución más débil, en vez de ver el déficit del Gobierno, planes de comunidades autónomas y diputaciones.
Diluir y marear para sosegar la indignación popular. Se prohíbe a los vecinos talar árboles, limpiar el monte: es indignante y cruel.