

El pasado lunes, 8 de septiembre, comenzó el curso escolar. En Teruel, 15.385 escolares de Infantil, Primaria y Secundaria, han entrado o vuelto a las aulas, entre la ilusión, la sorpresa o la desgana, porque hay de todo entre los alumnos, como siempre ha pasado.
Buenas noticias para Teruel, dentro de la preocupante caída de natalidad que nos da el dato de que en la provincia fallecen el doble de personas de las que nacen, es que no cierra ningún centro: Valdelinares se ha salvado del cierre por la llegada de una familia con cuatro niños.
Sin lugar a dudas, seguir de cerca la enseñanza, la educación, es una prioridad. Nos jugamos mucho. Exige una continua reflexión para mejorarla, con realismo y medidas concretas. La inmigración en las aulas, por ejemplo, plantea no pocos retos.
Arturo Pérez-Reverte, en una entrevista a raíz de la presentación en Madrid de su último libro Misión en París, repasa la situación actual en España, y subraya las deficiencias de la educación, en la organización, programas y libros de texto, como principal problema que debemos abordar.
Todos estamos de acuerdo en que mejorar la educación siempre compensa. Lo que sucede es que no todos estamos de acuerdo en qué entendemos por “mejorar” o el acierto de unas medidas u otras.
Por ejemplo, en una provincia tan extensa como Teruel y tan poco poblada, con unas carreteras que dejan mucho que desear, quien no la conoce habla de rutas de transporte escolar para los pueblos pequeños, que lleven y traigan a los alumnos. Es y puede ser solución, pues es verdad que en las ciudades medianas y grandes el transporte escolar tarda media hora o una hora en su recorrido y es algo normal. La gran diferencia con Teruel son las heladas, la nieve, el estado de las carreteras. No es tan sencillo.
En Calamocha fui alumno en las Monjas y luego en las Escuelas hasta los diez años: guardo un recuerdo agradecido. Con tres hermanos maestros, he vivido en casa las impresiones, ilusiones y dificultades de un maestro rural en los años 50 y 60. Ejercieron en Godos, Barrachina, Fuentes Claras, Torrecilla del Rebollar, Martín del Río, Rillo…
De esos recuerdos de familia, es justo destacar que los vecinos de cada pueblo cuidaban muy bien a la maestra o al maestro, agradecían con hechos su trabajo, en el que apenas tenían experiencia unos jóvenes maestros veinteañeros. Esos maestros conocían bien a los chavales y a sus familias. Las familias apoyaban en todo al maestro. Había niños.
En la revista Xiloca publiqué en el número 47, Nieves Arnal Agustín (1936-2014). Pasión por la educación: ahí recojo la experiencia de mi hermana mayor.
Conozco las circunstancias educativas de la provincia, con profesores superados por la indisciplina o el desinterés de los alumnos, o incluso de los padres. Problemas muchas veces generados en familias desestructuradas. Un trabajo tenso, escasamente remunerado, con la ventaja de más vacaciones que otros. Los padres deben apoyar al profesor, sin actitudes de reivindicación o enfrentamiento. ¡Ánimo, profesores!