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Cartas a una vieja amiga: Cartas a una vieja amiga:

Cartas a una vieja amiga: "Querida muerte..."

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Grupo Psicara

Por Alberto Gracia

Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. Hoy permitidme que envíe una carta a una vieja amiga que comparto con todas las personas que estáis leyendo esto.

“Querida muerte o, como a mí me gusta llamarte, “señora de la guadaña”. Conocida por todos y temida por algunos. Siempre tan segura de tu victoria, que nos das toda una vida de ventaja…

¿Temo a la muerte o a la vida? No, no te temo a ti, sino a cómo entras por la puerta. La angustia que causas; todas las emociones desagradables relacionadas con la muerte son tu mayor influencia. ¡Pero no la única!, pues tres son los hilos que tejen tu esencia: ansiedad, obsesión y depresión; todas ellas por la muerte.

Ansiedad ante la muerte como esas actitudes de miedo, amenaza… El temor al dolor y al sufrimiento que sueles causar, tan común compañero tuyo que aparece cuando tomamos conciencia de nuestra mortalidad y nuestro fin. ¿Lastre o suerte? Todavía no lo sé, pero el ser humano parece ser el único organismo vivo capaz de tomar conciencia de ti antes de que aparezcas: cómo ocurrirás, qué conllevas, quiénes queremos que estén presentes…

Esa ansiedad tienen sus propios compañeros: preocuparse por el impacto emocional y los pensamientos que nos genera, temores anticipados a los problemas físicos que derivan de la muerte, tomar conciencia de nuestro tiempo finito y el dolor que pueda acompañar al fin.

Obsesión por la muerte, segundo hilo de tu entramado. Repetición, persistencia, intrusión… Todas ellas presentes en los pensamientos respecto a la muerte propia o de personas significativas para mí. Y es que nuestro principal temor es “dejar de ser”: no somos capaces de pensarnos en un estado de “nada” y en la rotura con nuestros vínculos (afectivos y de otros tipos). Y finalmente, toda la tristeza (podemos “mal-llamarla” depresión) ante esas posibles muertes.

¡Y no haces “feos” a nadie por su edad! Aunque parece que los jóvenes se ansían más al pensar en ti, frente a sus compañeros y compañeras de edad más avanzada que parecen aceptarla más. ¡Pero solo son generalizaciones! Cada caso es un mundo. Y es que ya lo decía Feifel: “la muerte tiene muchas caras e interpretaciones: la ‘nada’ como el fin de vida, vida después de la muerte, el cese del dolor de una enfermedad cronificada…”

No hay sociedad en la que no envíes esos hilos, pero, por suerte, también nos motivas como humanos, aunque muchas veces no nos paremos a pensar en ello. No solemos sentarnos a esperar tu llegada, sino que tendemos a hacer cosas con nuestra vida porque sabemos que algún día ésta acabará. Actitudes, creencias, sentimientos, conductas… Muchas de ellas culturalmente aprendidas y reforzadas a lo largo de nuestra vida, son armas de doble filo: pueden aportar más hilos a tu estructura, pero también cortarlos si los modificamos de base.

Como ya sabes, no podemos cerrarte la puerta, pero tampoco pretendemos buscarte. Queremos que, ante la presencia de esa conciencia de mortalidad del ser humano, continuemos viviendo nuestra vida. Y para ello, tenemos nuestro propio equipo que nos protege de la ansiedad y miedo que nos causas. Déjame que te presente a la compañera “autoestima” -fiel reflejo y valor que nos damos a nosotros mismos-, al grupo de propósitos de vida -fuente de sentido de nuestra existencia- y a nuestro amigo el “apoyo social” -protector de tantas problemáticas de nuestra vida.

Algunas personas hablan de felicidad subjetiva como nuestra mayor defensa, no a ti, “dama de la guadaña”, sino a la anticipación que hacemos de ti. Asignatura pendiente del ser humano el aprender a convivir con la incertidumbre. Pero aprendemos cómo afrontarte, a estar presentes en nuestra vida sin darte la espalda. ¡Cuidado! No te estoy invitando a entrar en mi casa, pero tampoco pretendo evitarte. Soy consciente de lo que te alimentas cuando evitamos tu realidad.

Como ya te avanzaba antes, tienes tan segura tu victoria que nos das toda la vida de ventaja. Y en esa vida siempre podemos intentar comprenderte, y expresar nuestras emociones respecto a ti: si te entiendo, es más difícil que te tema; y si te temo, puedo expresarlo para adaptarme a ti.

Con todo ello, quiero insistirte, nos puedes causar una variedad de reacciones. ¡Tantas como seres humanos existen! Lo que quiero hacerte ver con esta carta es que somos conscientes de tu efecto, de tu existencia y de que eres algo universal y no siempre esperado. No podemos dejar de recibir tus visitas, pero siempre podemos intentar que, hasta el día que esta ocurra, aprovechemos a tu compañera “vida” para hacer lo que nos resulte importante, dar sentido a nuestra existencia…

Porque a ti, querida amiga, no te queremos buscar ni temer, solo esperarte.

Att. Uno más de tus, espero que todavía tardíos, clientes.”