Síguenos
Después de Navidad empiezo la dieta: la culpa tras comer en Navidad Después de Navidad empiezo la dieta: la culpa tras comer en Navidad

Después de Navidad empiezo la dieta: la culpa tras comer en Navidad

banner click 244 banner 244
Grupo Psicara

Por Miriam Pitarch Rambla

Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. En esta ocasión hablaremos sobre esa culpabilidad que aparece tras las Navidades por haber “comido tanto”.

Para nuestra cultura, el significado de la Navidad consiste en compartir, disfrutar y reencontrarnos con nuestros seres queridos. Dichos reencuentros no solamente ocurren una vez se inician las Navidades, sino que suelen iniciarse semanas previas con comidas y cenas de empresas, de amigos, etc. Casi todas las reuniones que solemos hacer, las hacemos en torno a una mesa, siendo dichas comidas o cenas momentos especiales, solemos comer platos más elaborados, invertimos más dinero comprando ciertos productos, etc. Estoy segura de que muchos de vosotros y vosotras, si cerráis los ojos e intentáis recordar cómo estaba vuestra mesa de nochebuena es posible que visualicéis una mesa con mucha cantidad de alimentos y muy variados entre sí, dónde no solamente había entrantes, sino que también había un plato principal e infinidad de postres.

Muchos de nosotros y de nosotras solemos disfrutar de dichos alimentos y es por ello por lo que siempre acabamos comiendo más cantidad de la que solemos comer en nuestro día a día. Tras realizar estas ingestas y a pesar de haber disfrutado del momento tanto por la compañía como por los alimentos ingeridos, en ocasiones suelen aparecer comentarios como “madre mía como estamos comiendo estos días”, “cómo estoy engordando estas fiestas”, “una vez pasen las fiestas nos ponemos a dieta”, etc.

¿Quién no los ha escuchado o incluso los ha dicho? Muchos de estos comentarios los hemos llegado a normalizar tanto que en muchas ocasiones pasan desapercibidos. ¿Cómo creéis que puede sentirse una persona a la que le emergen este tipo de pensamientos? ¿Cuál es la finalidad de ponerse a dieta tras las Navidades?

Rebeca ha disfrutado con sus amigas de la cena de Nochevieja, como suele ocurrir en estas fechas, en la mesa había diversos entrantes, un plato principal y muchos postres. Tanto ella como sus amigas han acabado más hinchadas de lo normal y esto ha hecho que Rebeca empiece a tener pensamientos como “pfff no tendría que haber comido tanto”, “creo que el postre me sobraba”, etc. Todos estos pensamientos hacen que poco a poco se sienta más culpable y arrepentida por lo que ha hecho. Para intentar quitarse dicha culpa, intenta pensar en modos de reparar el error cometido, es por ello por lo que empiezan a emerger en ella pensamientos relacionados con restringir y modificar su alimentación como “mañana como más ligero”, “una vez pase el roscón vuelvo a comer sano”, etc.

Muchos de nosotros y de nosotras, hemos llegado a normalizar tanto esta secuencia que quizás nunca nos hayamos parado a reflexionar qué es lo que está ocurriendo aquí, por qué motivo aparece esa culpa y si el modo de gestionarla está siendo la adecuada o no.

Como hemos observado una de las emociones que más emerge ante este tipo de situaciones es la culpa. Quizás alguno de vosotros y de vosotras recuerda cuál era su funcionalidad debido a que hace unas semanas hablamos de ello en este mismo espacio. La culpa es una emoción que tiene como objetivo enseñarnos a distinguir “lo que está bien de lo que está mal”, así pues, aparece cuando percibimos que hemos cometido un error. Pretende que seamos conscientes de lo ocurrido, aceptemos el error, aprendamos de ello y reparemos el daño cometido. Si bien es cierto que esto sería la funcionalidad de la culpa real, no siempre que sentimos culpa es por un motivo real, pues en ocasiones aparece una culpa imaginaria debido a la interpretación subjetiva que hacemos en base a las normas sociales o personales que hemos interiorizado en nuestra mente.

Siguiendo con el ejemplo de Rebeca, ella siente culpa tras la cena de fin de año, en este caso, ¿hablaríamos de una culpa real o imaginaria? Para poder contestar mejor la pregunta, os invito a que os hagáis las siguientes preguntas:

¿Ha cometido un error al comer?

¿Ha hecho daño a alguien al hacer dicha conducta?

Tras responder las preguntas, quizás hayas observado que la culpa que siente Rebeca es una culpa imaginaria, pues no ha cometido ningún error por comer ya que es probable que haya disfrutado de los alimentos y de la compañía, y tampoco ha dañado a nadie por ingerir dichos alimentos. Entonces… ¿qué es lo que le está haciendo sentir culpable?

A lo largo de nuestra vida, podemos construir categorías que nos permiten clasificar los alimentos. Por ejemplo, podemos dividirlos según su componente nutritivo (proteína, hidratos de carbono y grasas), según su procedencia (animal o vegetal), etc. En ocasiones, dicha clasificación va más allá e introducimos los juicios de valor en función de los componentes: alimentos saludables y no saludables o alimentos buenos y malos. Cuando utilizo este último criterio para clasificar los alimentos, es cuando pueden empezar a emerger dificultades en nuestro modo de relacionarnos con la comida. Esto ocurre debido a que quizás empiezo a introducir en mi alimentación solamente aquellos alimentos “buenos o saludables” y restrinjo o incluso elimino aquellos alimentos “no saludables o malos”. Al crear esta categoría, indirectamente también genero creencias que justifican el porqué de dicha clasificación, llevándome a sentir culpa o miedo en el caso de transgredir la norma e ingerir un alimento del grupo “no saludable o malo”.

Es probable que Rebeca tenga dicha clasificación, pues se siente culpable cuando se salta esa norma y refiere que cuando finalicen dichas fiestas va a restringir su alimentación, introduciendo solamente alimentos saludables.

¿Qué puede ocurrir si decido seguir comportándome bajo esta clasificación? Por un lado, las emociones de culpa y miedo irán incrementándose al seguir retroalimentando dichas creencias y, por otro lado, el deseo hacia ciertos alimentos irá aumentando, pues al ser un alimento poco accesible, en el momento en el que me permita tener acceso o lo tenga a mi alcance, es más probable que llegue a descontrolarme ingiriendo más cantidad de la que quizás hubiese ingerido en otra ocasión.

¿Cómo puedo romper el ciclo de la culpa? El primer paso es ser conscientes de que la culpa va a aparecer automáticamente, pues la clasificación existe en nuestra mente. Si yo me dejo llevar por ella y restrinjo, dicha creencia se vuelve más fuerte, en cambio, si no me dejo llevar por los pensamientos, los reestructuro y hago la ingesta, poco a poco la culpabilidad y el malestar irá disminuyendo.

Si sigo moviéndome bajo este criterio, seguiré siendo esclava de una culpa que no es real, pues dejaré de ser libre en elegir aquello que realmente me apetece y seguirá siendo la culpa la que elija por mí. Así pues, te animo a que disfrutes de los reencuentros, de tus seres queridos, de las conversaciones y los momentos especiales, pues esto es lo que realmente importa y lo que nos llena de plenitud.

El redactor recomienda