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Exámenes tipo test, corazonadas e intuición: la falacia del primer pálpito Exámenes tipo test, corazonadas e intuición: la falacia del primer pálpito

Exámenes tipo test, corazonadas e intuición: la falacia del primer pálpito

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Grupo Psicara

Por Javier Ibáñez Vidal

Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. Curiosidades que a veces nos llevan a desmontar mitos de la Psicología popular. Y esta semana le toca el turno a un mito que está muy extendido entre el estudiantado: cuando estoy haciendo un examen tipo test y no tengo clara la respuesta ¿lo mejor es guiarme intuitivamente por la corazonada inicial?

Las Navidades para muchas personas son sinónimo de ilusión y alegría, para otras son días difíciles, pero para la mayoría de estudiantes universitarios son sinónimo de “tengo que estudiar porque a la vuelta tengo los exámenes”. Y aunque ya hace unos días que los Reyes Magos nos dejaron los regalos bajo el árbol, si tienes que enfrentarte a un examen tipo test, ya sea en la universidad, en el carné de conducir, o en una oposición, hoy el regalo te lo traemos nosotros, porque el artículo de esta semana te podrá ayudar a mejorar tus resultados.

Leyendo la obra “50 grandes mitos de la Psicología popular: las ideas falsas más comunes sobre la conducta humana”, un libro publicado en 2010 y que es muy recomendable para cualquier persona que quiera aprender un poco más sobre Psicología, uno de los mitos que más me llamó la atención fue el número 16: “Si no está seguro de sus respuestas al someterse a un test, lo mejor es guiarse intuitivamente por la corazonada inicial”. Y me llamó la atención porque durante mi época universitaria habría agradecido mucho saber que esto se trataba de un mito, aún más teniendo en cuenta que es una recomendación que suele hacer incluso el propio profesorado y que es fácil encontrar en numerosas páginas web en las que se dan consejos sobre cómo afrontar un examen tipo test.

En este capítulo, los autores hacen un barrido de algunos de los principales hallazgos científicos que permiten señalar que esa afirmación se trata de un mito, también conocido como “la falacia del primer pálpito”, y la conclusión es clara: “cuando los estudiantes cambian las respuestas en un examen tipo test, es mucho más probable que cambien de una respuesta incorrecta a una respuesta correcta, que de una respuesta correcta a una incorrecta”. De hecho, afirman que de media, por cada punto que se pierde al modificar de una respuesta correcta a una incorrecta, se ganan entre dos y tres puntos al cambiar de una respuesta incorrecta a una correcta. Esto no significa que haya que cambiar de respuesta simplemente por pensar que la primera respuesta podría ser incorrecta, sino que lo recomendable es cambiar únicamente cuando tenemos motivos para pensar que nuestra primera respuesta puede estar mal, independientemente de la corazonada inicial.

“Oye Javier, a pesar de que me digas que se trata de un mito, a mí no me acaba de convencer, porque a mí me ha pasado…” Lo entiendo, de hecho ya sabemos que se trata de una creencia muy extendida ¿pero por qué?

Porque es mucho más fácil acordarnos de aquellas veces en las que cambiamos nuestra respuesta, y tuvimos resultados negativos, que de aquellas ocasiones en las que fue al revés. Y esto nos ocurre debido al heurístico de disponibilidad (tema del que hablamos ya hace un tiempo en este artículo). Los heurísticos son una especie de atajos mentales que utilizamos para procesar la información. Concretamente, el famoso Premio Nobel de Economía y psicólogo Daniel Kahneman, nos diría que el heurístico de disponibilidad es un atajo que nos lleva a juzgar la frecuencia de algo por la facilidad con la que nos vienen ejemplos o recuerdos a la mente. Para ejemplificarlo, imagínate que has hecho un examen, y que al darte los resultados te das cuenta de que has suspendido y que una pregunta que al final fallaste, la decidiste cambiar cuando al principio la habías respondido bien. ¿Cómo te sentirías? Seguro que automáticamente te vendrían pensamientos como: “¡¿Por qué narices cambié mi respuesta?! ¡Si lo primero que había marcado ya estaba bien!”. Probablemente sería una situación que te generaría bastante malestar y que sería difícil de olvidar. Sin embargo, casi seguro que no le prestarías tanta atención a esas dos preguntas que al principio habías puesto mal, pero que gracias a cambiarlas las acabaste respondiendo bien. Por eso el heurístico de disponibilidad nos produce una tendencia a creer que aquello que podemos recordar con más facilidad ocurre con más frecuencia ya que, en este caso, estarán más disponibles en nuestra memoria aquellos ejemplos en los que cambié la respuesta erróneamente que los recuerdos en los que, al cambiar, tomé la decisión correcta. Y si a esto le sumamos que gran parte del profesorado aconseja no cambiar las respuestas… ¡normal que sea una creencia tan extendida!

Así que recuerda, a pesar de que nuestra intuición nos pueda ayudar, si tenemos buenos motivos para considerar que no estamos en lo cierto, tendremos que tratar de hacer un poco más de caso a nuestra cabeza y no tanto a nuestro corazón, porque las corazonadas, solo corazonadas son.