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Mi vida es un "sinsentido consentido"

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Grupo Psicara

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por Alberto Gracia

Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de Psicara abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. Hoy os pedimos una mente abierta, que reflexionéis sobre vuestras propias vidas: ¿qué da sentido a tu vida?

¿Tienes algo donde escribir? Te voy a pedir que enumeres dos o tres experiencias en las que sintieras que tu vida claramente tenía un sentido, que estabas siendo tú mismo y cómo querías ser. Esa sensación de plenitud. Dedícate unos minutos a pensar qué ocurría en ese momento, con quién estabas, por qué es tan importante para ti o cualquier otro detalle que pueda servir para conectarte con la situación. Si no identificas esas experiencias, no te preocupes, está bien; si sentimos que la vida no tiene sentido, no es porque lo haya perdido sino porque nos hemos desconectado de este.

Dar sentido a nuestras vidas es un objetivo de toda existencia humana que se traduce en una serie de valores universales que hay que descubrir y ante los que hay que dar respuesta. ¿Qué te mueve cada día a seguir haciendo lo que haces? ¿qué has aprendido a lo largo de tu vida? ¿qué quieres hacer con ella hasta tu último aliento?

El ser humano se pregunta constantemente su razón de vida en un intento de dotarla de valor y futuro. Si estás leyendo esto y te suena demasiado abstracto, permíteme que te cuente una pequeña historia. Viktor E. Frankl era un médico austríaco y de origen judío que, en plena Alemania nazi, tuvo que pasar tres años de su vida moviéndose entre cuatro campos de concentración con su esposa y sus padres. Con la edad de 40 años logro su liberación y sobrevivió al holocausto, pero no fue así para la familia que le acompañaba.

Es probable que esta historia, te remueva; ¡enhorabuena, eres humano! Pero, ahora te pregunto… ¿Qué sentido crees que tendría todo el sufrimiento vivido al salir de esa reclusión? ¡Pregunta con trampa! El sufrimiento no tiene sentido, pero sí su experiencia. Resulta que, años más tarde, ese mismo hombre escribió el libro “El hombre en busca del sentido”, el cual serviría para orientar a toda una rama de filósofos y psicoterapeutas.

Capacidad de impacto

¿Qué contaría para que tuviese tal capacidad de impacto? La idea es muy breve, pero nada sencilla: cada persona es única y singular, pero tiene que relacionarse con los demás para encontrar el significado a su vida y realizarlo; significado que existe para todos, seamos conscientes o no. ¿Os parece si resumimos la idea? El deseo de encontrar significado a nuestra existencia es una de las motivaciones básicas que mueve la conducta humana. Mejor, ¿no? Esto es lo que se denomina “voluntad de significado”.

Y este concepto, en apariencia tan simple, fue lo que llevó años después a desarrollar la Terapia Centrada en el Sentido, de la mano de Breitbart. Es cierto que, inicialmente, se definió para su aplicación en el acompañamiento de pacientes con cáncer avanzado. Sin embargo… ¡Sorpresa! Tenía efectos fuera de este contexto. Desde esta terapia, se defiende que el ser humano encuentra el significado de su vida en una combinación muy variada de cuatro fuentes de sentido.

La primera de ellas es la histórica, la cual parte de tomar la propia vida como un legado de logros y aprendizajes que nos han transmitido y podemos transmitir. Por tanto, incluye un componente inmutable del pasado (por ejemplo, los valores inculcados en nuestra crianza), uno orientado al presente (por ejemplo, cómo somos y qué es importante para nosotros), y otro enfocado al futuro. Este último, se puede resumir con la respuesta a la siguiente pregunta: ¿cómo te gustaría que te recordasen cuando ya no estés? ¡Apúntalo! En cualquier caso, y a pesar de esta división, se debe tomar el legado como algo dinámico y cohesionado: se integran los recuerdos pasados con los logros actuales para dirigirse al futuro.

La segunda fuente de sentido es la creativa, tomando la creatividad como el acto de crear nuestras vidas. Y, aunque también incluye el componente artístico, su extensión principal son los logros académicos-laborales (por ejemplo, un ascenso o conseguir realizar ese proyecto que tanto tiempo llevabas preparando). Esto va unido en gran medida con la valentía para seguir creando nuestras vidas y cumplir las responsabilidades de hacer frente a las limitaciones, pero todo ello tomando conciencia de lo que podemos perder. “¿Quieres decir que si tengo dudas soy un cobarde?” Rotundamente NO. En este contexto, la valentía no es la ausencia de dudas, sino la capacidad de intentar avanzar a pesar de estas.

No olvides que todo esto tiene un componente de autenticidad: creamos una vida que es únicamente nuestra, a la par que continuamos viviendo de manera consciente con nuestros propios valores.

Origen

Un tercer origen de sentido se encuentra en las experiencias, tomadas como un compromiso pasivo con la vida: la belleza en todos sus sentidos, el contacto con la naturaleza, el humor, las relaciones sociales… Todas ellas nos ayudan a sentirnos parte de algo más grande que nosotros mismos. ¡Incluso en ocasiones se combinan!

¡Y dejo para el final la más importante! Las fuentes de sentido actitudinales. “¿Importante y actitud? ¡Uf…! ¿No te suena difícil?” Lo es, pues el ser humano, incluso en las circunstancias más adversas, tiene la libertad de elegir la actitud con la que hacer frente a las cosas. ¡De ahí la responsabilidad de elegir cómo respondemos!

¿Histórica, creativa, experiencial, actitudinal…? Si todo esto te sigue sonando a otro planeta, te pido que vuelvas a tomar ese papel donde has apuntado tus dos o tres experiencias más significativas. Una por una, ve explorando qué fuentes de sentido encuentras, recordando que se dan en un entramado de combinaciones diferentes. No hay respuesta correcta o incorrecta, lo que importa es lo que TÚ detectes que hace a esa experiencia importante. Tal vez te inculcaron en tu infancia el cuidado de la familia (histórico), y ese momento es un viaje a la montaña con tu pareja y unos amigos (experiencial) para celebrar que tras un despido de la empresa donde trabajabas decidiste dar un giro a tu trabajo (actitudinal) y lograste montar tu propio negocio (creativa).

Y para quienes no encontrasteis en vuestra memoria ninguna experiencia, no os olvido. Os propongo el ejercicio inverso. Explorar vuestras fuentes de sentido: ¿qué valores te enseñó tu padre o tu madre? ¿qué logros has obtenido en tu trabajo? ¿con quién te relaciones y cómo? ¿cuándo te ha ocurrido algo malo, cómo lo has afrontado? Conforme vayas reflexionando estas preguntas probablemente vayan apareciendo recuerdos en tu cabeza; desde los más simples (por ejemplo, ese día que te encontraste a una amiga por la calle y “os pusisteis al día”) hasta situaciones mucho más elaboradas.

A cualquier persona que lea esto: permítete conectar con las cosas que dan sentido a tu vida porque, en palabras de Nietzsche, “quien tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier cómo”. Así que en vez de que nuestra vida sea un “sinsentido consentido” hagamos que sea un “sinsentido” con sentido.