

Por eso, tener unas gafas de sol decentes no es un capricho. Es casi como llevar agua encima: básico. Y si son buenas de verdad, como unas Ray-Ban gafas de sol, por ejemplo— mucho mejor. Pero no me voy a poner técnico. Solo quiero contarte lo que aprendí a base de salir sin gafas, volver con dolor de cabeza… y prometerme que era la última vez.
El sol aquí no se anda con juegos
Teruel no es precisamente tropical, pero en verano aprieta. El aire seco engaña: no sudas tanto, pero te vas “tostando” igual. Y los ojos no son inmunes. Hay días que vuelves de la calle con la mirada cansada, te lloran, o directamente no aguantas mirar al frente sin entrecerrar los ojos.
Eso no es normal. Es el sol haciendo de las suyas.
Y ojo: el daño no siempre se nota al momento. Hay efectos que llegan con el tiempo, como las cataratas, la sequedad crónica o esa molestia al conducir cuando el sol está bajo. Así que cuanto antes empieces a cuidarte, mejor.
No todas las gafas sirven (aunque lo parezcan)
Una vez me compré unas en una gasolinera. Oscuras, modernas, 9 euros. A la media hora me dolía la cabeza. ¿La razón? Las gafas eran más decorativas que otra cosa. Nada de protección UV, nada de filtros… solo un plástico tintado.
Y ahí me di cuenta: más vale tener unas gafas buenas de verdad, aunque cuesten un poco más, que acumular cuatro malas.
Busca siempre esto:
Que filtren rayos UVA y UVB (sí o sí)
Que no distorsionen la vista ni te mareen
Que no sean demasiado pesadas ni incómodas
Si puedes, que tengan filtro polarizado (es una maravilla al volante)
No hace falta que sean de marca, pero si te vas a gastar el dinero, mejor que valgan la pena. Algunas, como las Ray-Ban gafas de sol, tienen buena fama por algo. Pero tampoco te dejes llevar solo por el logo. Lo importante es lo que hacen por tus ojos.
Lo que me funciona a mí
No soy óptico, pero estos trucos me salvan cada verano:
Las gafas al salir de casa, igual que las llaves. Si las olvido, me doy media vuelta.
No salgo a la calle sin gorra si sé que voy a andar rato al sol. Aunque parezca un turista perdido.
Llevo lágrimas artificiales en el coche. El aire seco reseca más de lo que parece.
Si estoy mucho rato fuera, busco ratitos de sombra. Sentarse en un banco con sombra 10 minutos cambia el día.
Y si conduzco, gafas sí o sí. El reflejo en el asfalto es criminal.
¿Y los niños?
Esto es otra historia. A veces nos cuidamos nosotros y se nos olvida que los peques también necesitan proteger los ojos. Yo a mi hijo le compré unas gafas cómodas, flexibles, y que le gustaran. Porque si no le molan… no se las pone ni con soborno.
Y es importante. Ellos están más expuestos todavía.
¿Dónde comprar gafas de sol online?
Si compras online, que sea una tienda de confianza. Con esto no se juega. Hay muchas webs que venden copias que parecen buenas, pero no filtran nada. Si ves unas “Ray-Ban gafas de sol” por 19€, desconfía. Mucho.
El estilo también cuenta, ¿por qué no?
Lo bonito es que ahora puedes protegerte sin parecer que vas a escalar el Aneto. Hay modelos elegantes, modernos, discretos, retro… lo que quieras. Yo tengo unas más sobrias para el día a día, y otras más cañeras para cuando salgo por ahí. Total, los ojos no se cambian como las camisetas.
En resumen
El sol en Teruel es maravilloso, pero exige respeto. Proteger los ojos debería ser tan normal como echarte crema o beber agua. Y no vale cualquier cosa. Unas gafas buenas, con su protección como toca, te salvan de molestias hoy y de problemas más serios mañana.
Y si encima te ves bien con ellas, mejor todavía. Así que la próxima vez que salgas a la calle, antes de abrir la puerta, pregúntate: ¿llevo gafas? Si no, dales la vuelta a las sandalias… y vuelve a por ellas.
Tus ojos te lo van a agradecer.