Los jóvenes y la Economía Social: construir futuro sin renunciar a los principios
Cuando las personas importan más que el capital, la economía social es el camino de cambioÁngel Íñigo Alumno en prácticas de la Asociación de Economía Social de Aragón
¿Existe algo más allá del modelo de economía tradicional? ¿Se puede hacer economía sin traicionar tus valores? ¿Hay posibilidad de cambio en un mundo que pone el dinero por encima de las personas? Estas son preguntas que nos hacemos, especialmente nosotros, los jóvenes. Mientras estudiamos, empezamos a salir al mundo laboral o nos planteamos emprender, nos damos cuenta de que tenemos una larga vida laboral por delante y no siempre sabemos cómo enfrentarla, ni si es posible encajar en el modelo de economía tradicional que hemos conocido toda nuestra vida, sin sacrificar los valores sociales que se nos han inculcado.
Este reto se hace inevitable: cada sitio que visitamos, cada producto que compramos y cada servicio que consumimos está acompañado de producción no sostenible, materialismo y empresas que priorizan el lucro por encima de las necesidades de sus propios trabajadores e incluso de la sociedad en general. A veces parece imposible hacerle frente a esta forma de hacer economía tan contraria a valores como la justicia o la sostenibilidad, y más aún si no contamos con la experiencia ni los recursos suficientes para enfrentarnos a ella.
Sin embargo, existe una manera de hacerlo. La Economía Social nos permite consumir, producir, trabajar y emprender de forma más justa, sostenible y equitativa, poniendo a las personas por encima del capital. Nos da la oportunidad de vivir sin sacrificar nuestros valores, y no hay mejor momento que empezar en este sector que ahora, cuando enfrentamos retos como el auge de valores conservadores, siendo jóvenes, con toda una vida laboral por delante y ganas de ser partícipes del cambio social.
La economía social no es un concepto nuevo: existe desde hace mucho, pero muchos de nosotros desconocemos lo que es porque nunca se nos ha hablado de ella. Nunca se nos ha explicado que existe la alternativa de producir para las personas y el medioambiente, y no a costa suya. Lo que parece una utopía para muchos es una realidad. Existe la posibilidad de trabajar para empresas y entidades que tengan una carta de principios sociales y busquen generar empleos dignos, de producir bienes y servicios cercanos y sostenibles, y de emprender siguiendo valores como la democracia, la solidaridad y la equidad. A través de las distintas fórmulas de la economía social, los jóvenes podemos hacer frente a este mundo que erróneamente nos hace creer que no hay nada más allá del modelo neoliberal.
Seguramente todos hayamos comprado en una empresa de inserción, contratado servicios a una cooperativa o a una fundación y ni siquiera nos hayamos dado cuenta de que estábamos participando de la economía social. Porque se puede trabajar, consumir y emprender dentro de este sector de igual manera que fuera de él, con la diferencia de que aquí ponemos a las personas y a la sociedad por encima del capital. Es una realidad, no es necesario vivir a costa de las personas ni del ecosistema, es una elección, y la economía social es la alternativa.
El sector de la economía social también representa una oportunidad única para los jóvenes que buscamos opciones diferentes al modelo de economía tradicional. Actualmente, se necesita talento joven: se busca que nos acerquemos al sector para aprender y desarrollarnos, mientras que a su vez, las personas que ya forman parte del mismo también aprenden de nosotros. De esta manera, construimos un muy necesario intercambio generacional que enriquece a todos y fortalece el tejido social.
La economía social nos da la oportunidad de cambiar la manera de hacer economía, mantener nuestros principios y dar valor al medioambiente, a las personas y a sus necesidades. Nos permite construir un mundo más justo y sostenible, donde nuestras decisiones económicas contribuyan al conjunto de la sociedad y no solo al beneficio individual. Por todo ello, es muy importante recordar que la economía la hacemos las personas, y debemos hacerla por y para nosotros, no a costa nuestra.
Como jóvenes, somos quienes vamos a contribuir al cambio y al mundo de mañana. Tenemos la oportunidad de utilizar la economía social como una herramienta para lograrlo, así como la obligación, como miembros de esta sociedad, de recordar que lo más importante, por encima de la riqueza, es cuidar a las personas y los espacios en los que vivimos. Por ello, el momento de decidir cómo hacerlo es ahora: elegir entre cuidar a las personas o priorizar el capital por encima de ellas.
