Existen lugares accesibles en apariencia, de los que las personas con movilidad reducida apenas podemos disfrutar. Disculpen por el disco rayado, hoy toca de nuevo volver a hablar de barreras arquitectónicas. Y en esta ocasión el objetivo de mis quejas serán los espacios deportivos de Teruel.
En Teruel, si quieres disfrutar de un evento deportivo, lo normal es ver fútbol o voleibol. En lo que a mí respecta, a veces asisto a ambas cosas, lo cual quiere decir que en el campo Pinilla y en el pabellón Los Planos es posible entrar con silla de ruedas. Sin embargo, la experiencia suele ser bastante incómoda.
Los Planos es un edificio adecuado pero no cuenta con asientos concretos para nosotros. Esto hace que nos coloquemos en el pasillo intermedio o superior por donde pasa todo el mundo y nunca al lado de nuestros acompañantes. En el Pinilla es todavía peor: nos tenemos que quedar en la parte inferior, delante de las gradas, tapando a otros espectadores y con una visibilidad del 50% del campo de juego.
Por otro lado, un deporte muy terapéutico para las personas con discapacidad es la natación. En Teruel, para algunos de nosotros, esto es misión imposible. Debo recordar que construir una rampa de acceso y colocar una grúa de transferencia, no es hacer accesible una piscina. Las personas con una afección muy grave necesitan entrar en las pozas a través de un rebaje. Las grúas tendrían que ser objeto de un mantenimiento constante, y no estar casi siempre averiadas. Y los vestuarios deberían tener duchas amplias y accesibles, y camillas para quienes no se puedan vestir erguidos.
Existen unas normas técnicas mínimas exigibles que no siempre se cumplen y que a veces son insuficientes. Para ello, muchísimos usuarios y organizaciones con experiencia nos ofrecemos a menudo para asesorar a los responsables de la habilitación de estos espacios. No siempre aceptan la ayuda, y cada vez que iniciamos un nuevo curso electoral mi único deseo es que, esta vez, sean más humildes y nos escuchen.