Por una vez, la noticia de la semana ha sido algo positivo para Teruel. Como esto ocurre pocas veces, no podemos dejar que caiga en el olvido y que pase de largo como algo anecdótico. Porque aquí también pasan cosas buenas.
El hecho de que la marca de moda turolense Anhelébloom haya pisado la pasarela de la New York Fashion Week puede llegar a tener un gran calado en nuestra sociedad. Durante estos días, el nombre de nuestra tierra se pasea con valentía por las avenidas de la Gran Manzana. Esto nos coloca en el mapa, nos da entidad allende los mares y puede ser un granito de arena para evitar nuestra desaparición.
No dejo de pensar que Teruel vivió su momento más floreciente en la Edad Media gracias a la industria del paño y del tinte. Quién sabe, quizá esta puerta que acaban de abrir Elena y Gene Martín sea otra oportunidad para conseguir un mejor desarrollo de la economía local y de las oportunidades de empleo.
Sin embargo, para mí, lo mejor de esta noticia, y que se cuenta "de pasada", es el hecho de que las personas que confeccionan los vestidos de esta línea de moda tienen capacidades diversas. El mundo de la moda se está convirtiendo en un gran espejo de la pluralidad que conforma nuestra especie, y es ya habitual ver diseñadores, modelos y profesionales con diversidad funcional que muestran que la belleza también está en la diferencia.
Además, ser útiles a la sociedad es fundamental en el desarrollo y la inclusión de cualquiera de nosotros. Todo el esfuerzo desarrollado por las entidades como la fundación Térvalis se dirige a que las personas de este colectivo consigan tener una vida digna e independiente a través de la obtención de un empleo decente.
Por eso es importante incidir en el hecho de que este tipo de empresas son convenientes en muchos sentidos, ya que al mismo tiempo que ofrecen un beneficio social, obtienen una retroalimentación en forma de éxito a nivel mundial, y una imagen fresca y renovada de Teruel. Desde aquí, mi más sincera enhorabuena.