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Reyes Magos

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Elena Gómez

Advertencia: esta es una columna que debe ser leída solo por personas adultas.

Mi relación con los Reyes Magos siempre ha sido un tanto conflictiva. El año pasado ya les contaba que tuve una decepción muy precoz, aunque siempre he intentado mantener la ilusión desde otra perspectiva. Dicho desengaño se dio cuando, en el festival que celebraban los empleados de Telefónica la mañana del 6 enero para sus hijos, descubrí que Melchor se parecía demasiado a mi padre y nadie me llevó la contraria cuando insistí en ello. A partir de aquel momento comencé a ejercer el rol de hermana mayor y tuve que callar mi secreto durante varios años.

Sin embargo, una vez que llegué a la vida adulta decidí no matar a aquella niña demasiado espabilada para su edad pero dispuesta a hacer de su mundo una fantasía navideña. Por eso, a mi edad, no he perdido la emoción de este día y lo primero que hago a primera hora de la mañana es asomarme al balcón para ver a los críos disfrutando en la calle de sus regalos. Después, comparto algún pequeño capricho con mi familia y llamo a mis sobrinos para que me cuenten emocionados todo lo que les han traído los Reyes.

Cuando el jolgorio termina, me vuelvo a poner el traje de persona madura y responsable, y hago recuento de mi lista real para este año, esperando que esta vez se cumplan todos mis deseos: salud, objetivos cumplidos, oportunidades para nuestra provincia, orejas abiertas para los que manejan nuestros destinos, paisajes protegidos, tecnología sostenible, trabajo para todos, más diálogo, responsabilidad para los ganadores, sosiego para los perdedores, justicia independiente y, sobre todo, mucho amor.

Por desgracia, los Magos de Oriente no siempre me traen todo lo que les pido, no son tan poderosos.

Pero quiero pensar que si todos deseamos con fuerza que este mundo sea un poquito mejor, quizá les ayudemos y este año traigan algunas esperanzas de más. Y las que no vengan, las tendremos que seguir peleando para no perder la costumbre de conseguir nuestras metas a base de esfuerzo y mucho empeño.