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Week-end à Rome Week-end à Rome

Week-end à Rome

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Francisco Herrero

El trabajador de la tierra puede y debe tomar vacaciones. ¿Quién dijo que no se puede dejar unos días la explotación? En diciembre, cuando la lluvia y la nieve asoma y el gris del cielo te envenena, es la mejor ocasión para una escapada. Añado que es preferible que el lugar elegido sea lo más concurrido posible.

La colección de reacciones a la noticia de que me había convertido a la agricultura incluía expresiones de pena por la fuerza necesaria para la faena diaria y por el sacrificio constante para sacar adelante las cosechas. Y es cierto que requiere dedicación, pero no más que cualquier otro empleo. Añado que es muy probable que mi oficio sea mucho más cómodo que otros. Sería diferente, parece ser, si también fuera ganadero. ¡Dios me libre de ampliar negocio! Estuve hace unas semanas en una mesa redonda sobre despoblación donde preguntaron a la representante de la cooperativa cordobesa COVAP sobre un programa para sustituciones por vacaciones del titular de explotaciones ganaderas y la mujer pasó de puntillas sobre el asunto. Conclusión: los ganaderos son reacios a dejar la prole durante unos días en manos de otros. ¡Pues ellos se lo pierden! Yo me apunto al goce contemplativo de la vida, a los pequeños placeres diarios de la vida rural, pero también a pasarlo bien. Y como todavía me puedo considerar joven, que estoy por debajo de los 45, lo he dejado todo en casa manga por hombro e informo que esta columna se ha escrito en Roma.

Hace años, antes de vivir en el pueblo, para elegir un destino de vacaciones siempre pensaba en lugares remotos, sin salir del país, donde cruzarme con el mínimo de gente. Ahora es casi lo contrario. Busco a la desesperada una ciudad lo más grande posible. Necesito ruido, contaminación y luces de colores a mi alrededor. Roma lo tiene. Étienne Daho me inspiró antes de coger el avión y por ahora no me ha defraudado. Sigo esperando que me susurren un “Caro, accelera e alza la radio” en italiano macarrónico pero eso es lo de menos. Estoy descansando, que cualquiera tiene derecho a parar durante unas jornadas.