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Borja Jiménez, matador de toros: “Espero dar una gran tarde de toros en Teruel, para el recuerdo” Borja Jiménez, matador de toros: “Espero dar una gran tarde de toros en Teruel, para el recuerdo”
Trincherazo de Borja Jiménez. EFE

Borja Jiménez, matador de toros: “Espero dar una gran tarde de toros en Teruel, para el recuerdo”

“La entrega en el toreo es fundamental para poder alcanzar la meta”
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Nacido en la Espartinas en 1992, Borja Jiménez tiene una mixtura de torero artista y guerrero, de diestro andaluz y madrileño, donde ha caído. De allí, precisamente, salió a hombros el pasado San Isidro, cortando dos orejas a un toro de Victorino. Pero en mayo desorejó un toro de Jandilla en Sevilla. El dulce y el salado. La noche y el día. El Yin y el Yang. Y es que el sevillano es un libro de capacidades distintas, pero, a la vez, es un torero con estilo propio, reconocible, con sabor, son, dulzura y torería. Antes, viene a estas páginas a contarnos su verdad, la de un torero que está de moda.

-Ha llegado la hora de Borja Jiménez.

-Sí, bueno, ahora estoy en un momento de mi carrera en el que, gracias a Dios, están saliendo bien las cosas. Este este año pienso que ha sido una manera de empezar fuerte la temporada, con dos orejas en Sevilla, tres en Madrid… Bueno, y en las plazas que estoy yendo prácticamente todas saliendo a hombro. Llevo 20 corridas de toros ahora mismo y creo que es una hora buena para mí, ¿no? Como has dicho, es mi hora.

-Matador, ¿y dónde se pone usted el techo ahora mismo?

-Bueno, pues no lo pienso, la verdad. No pienso en el techo. Todavía me quedan muchas cosas que tengo en la cabeza por conseguir, que Dios quiera que las vaya consiguiendo poco a poco. Y bueno, ojalá que el techo sea muy alto, que no sea capaz de tocarlo.

-Es usted un torero sevillano de nacimiento, pero es un torero de Madrid de adopción.

-Sí, totalmente, ¿no? Obviamente, mi tierra es Sevilla, pero Madrid, la plaza de Madrid y su afición me ha acogido como suya, ¿no? Y yo estoy feliz de ello. Es una plaza en la que me gusta mucho torear. Me siento me siento feliz estando en el ruedo de las ventas y Dios quiera que sea para muchos años.

-¿Qué tiene Andalucía para sacar tanto torero con ese pellizco, con ese duende?

-Bueno, pues no lo sé. Andalucía es una tierra de toreros. Hay muchísimos toreros que han sido a lo largo del tiempo figuras del toreo y hoy en día pues también es así. Y en toda la historia del toreo sí es verdad que Andalucía ha tenido grandes toreros y espero que, en un futuro, en la historia, se acuerden de mi nombre también.

-Este no es su caso, porque usted en cada plaza que pisa va a reventar la tarde, pero ¿cree que falta ambición en parte del escalafón para llegar a sus primeros puestos?

-Pues no lo sé, cada uno, cada persona y cada torero de un mundo, ¿no? Unos tienen más ambición que otros, pero pienso que sí que la hay. Pero hace falta tener mucha ambición para querer llegar a los puestos altos del escalafón. Cada uno tiene su concepto del toreo, cada uno su manera de llevar su carrera, pero la mía está en ese objetivo.

-¿Cómo es la sensación de salir por la puerta grande de Las Ventas?

-Es bonita. Salir a hombros en Madrid es muy difícil de explicar, porque es un cúmulo de emociones, felicidad plena lo que te da cuando estás saliendo a hombros y hay tantísima gente alrededor tuya gritando tu nombre, gritando torero. Es algo muy bonito. Conseguir eso es algo que no se te va de la cabeza sin más.

-Demuestra con su concepto que el duende y ese sabor de torería andaluza no está reñido con las corridas duras, pero ¿qué materia prima necesita el matador Borja Jiménez para hacer la faena con la que sueña?

-Bueno, pues principal la embestida del toro, obviamente, ¿no? Para hacer la faena que uno sueña a mi particularmente me gusta el toro que tenga que tenga profundidad en la embestida, que se deja hacer daño en el trazo del muletazo. Y mientras más le apriete, pues mejor responda, ese tipo de toro a mí a mí me gusta. Hay muchos tipos de envestidas que obviamente me gustan, pero con las que más expreso es con esa, ¿no? Con la que tiene esa profundidad y esa verdad a la hora de envestir.

-Algarra tiene ese ese picante, ese esa movilidad, esa transmisión que usted necesita, ¿verdad?

-La ganadería de Algarra es una grandiosa ganadería, y yo además tengo mucha amistad con toda la familia y desde muy pequeño he ido muchísimo ahí a tentar. Una ganadería que particularmente me gusta mucho. Es la primera corrida de Algarra que toreo, no he toreado antes ninguna, pero tienen esas virtudes de los toros que me permiten hacer el toreo que a mí me gusta. Ojalá que saquen mis toros esas virtudes para poder emocionarme toreando y al final pues emocionar a todos los que estén allí.

-¿A veces esa emoción le falta en ocasiones a la fiesta? ¿Se ha vuelto un bombón demasiado dulce?

-No, no lo creo. No, una cosa a lo mejor es lo que se puede ver, pero el toreo no es por ningún lado un bombón, como dice, demasiado dulce. El toreo tiene muchísima dificultad. El toreo es una profesión muy dura. Que sí es verdad que oye, cuando salen las cosas bien, pues tiene una proyección muy bonita, pero los momentos duros de Toro, pues son muy duros, ¿no? Entonces nunca la definiría como un bombón.

-El mundo del toro tiene un banquillo muy duro, ¿no?

-Sí. Llevas un año tras otro esperando a que te llamen para decirte un sí para una simple corrida de toros. Eso es muy duro. Hay que vivirlo en tu en tu propia carne para saber lo que realmente, una cosa es que te lo cuenten y otra cosa es vivirlo, y no es fácil pasar esos esos años de travesía.

-Matador, en el mentidero taurino se habla incluso de vetos. ¿Torear usted con Roca Rey le hace incluso arrear más, incluso con lo arreón que es usted?

-Bueno, a mí, más que concierto torero motivarme a estar mejor o peor, me motiva mi estar mejor por mí mismo, ¿no? Y cuando uno está mejor por uno mismo es cuando puede dar grandes tardes de toros. Entonces es verdad que torear con toreros que están en la parte alta del escalafón, pues siempre es una motivación mayor.

-Y después de Teruel, Pamplona.

-Sí, después, a los pocos días, vamos a Pamplona (10 de julio con toros de Victoriano del Río y Toros de Cortés). Es otra corrida de toros que, a mí, esa ganadería particularmente, pues me gusta muchísimo. Una ganadería muy exigente, pero a la vez muy buena. Entonces tenemos en apenas seis días dos tardes muy importantes.

-El año pasado demostró en Pamplona que para triunfar usted está dispuesto a morir.

-Bueno, uno nunca está dispuesto a eso. No se espera nunca eso. Lo que lo que sí es verdad es que la entrega en el toreo es fundamental para poder alcanzar la meta o el objetivo que tú quieres, ¿no? Y yo lo que sí estoy dispuesto, seguro, es a tener esa entrega máxima por el toro.

-¿Cornadas como la de Pamplona del año pasado, ¿duelen más en las carnes o en la cabeza?

-Depende como sea, ¿no? Depende del por qué haya sido y de la manera que haya sido. Cuando uno está de verdad y sabe que te puede coger, pero da ese paso hacia delante a pesar de que sepas que seguramente te coja, ese tipo de cornada lo que te hacen es sentirte orgulloso como torero, ¿no? Que has sido capaz de dar ese paso para adelante sabiendo que te podía coger el toro. Entonces esas cornadas no duelen mentalmente, lo que te hacen es más fuerte y sentirte más torero. Lo malo es si viene una cornada que tú no estás entregado con el toro, ¿no? Esas son las la cornadas más peligrosas para la cabeza.

-Y cuando un torero está dispuesto a dar ese paso para adelante, ¿qué significa la vida para un torero?

-Bueno, en ese momento ni piensas en ello, ¿no? Para torear bien te tienes que olvidar, te tienes que olvidar de todo. Para para llegar a hacer la faena que uno sueña, no puedes pensar en tu físico, ni mucho menos. Simplemente te tienes que enfocar en la embestida del toro y no pensar más allá que eso, entonces ahí llega un momento que entras en otra dimensión mental, y ahí pues todo importa bastante poco, excepto la embestida de ese toro.

-¿Qué espera de esta tarde en Teruel?

-Bueno, pues espero dar una gran tarde de toros. Estoy preparando mucho esta corrida, la verdad, y Dios quiera que sea una tarde de toros para el recuerdo.