

El picante del campo bravo: los enrazados y enclasados toros del hierro de Aurora Algarra
En la Capitana, finca nodriza de los enrazados algarreños, visitamos el encierro a lidiar en TeruelSon las diez de la mañana y el calor aprieta ya en Almadén de la Plata. Tras la última cancela nos espera José «Porto», un entrañable mayoral que lleva quince años en la casa. Antes, desde que era prácticamente un crío, ha trabajado en Murteira Grave, junto a su casa, Las Monjas y Victoriano del Río. Nos enseña la corrida, un encierro abierto con tres sementales, bonita, baja pero rematada, con kilos. En el tipo de la casa, ese tipo que les da “muchos problemas en plazas de primera, porque tienen trapío, pero al ser bajos, engaña y no dan pesos altos».
Lo de Algarra, además, sale “toreable, pero con chipa» dice el portugués, que añade que «la nobleza con la fuerza, están reñidos», y de esa afirmación la importancia del trabajo de selección. Una responsabilidad que recae en Aurora Algarra, la ganadera, con la que suele coincidir en los criterios al seleccionar las vacas.
Aurora es la quinta generación ganadera en la casa, y le acompaña su hija, Marta Murube Algarra, (casi nada el peso de llevar esos dos apellidos en el DNI), «tú imagínate qué bonito de que esto se vaya a mantener y que sigan mis hijos también manteniendo un encaste que ha significado tanto para la familia Algarra» nos dice la ganadera, con un hilo de ilusión que se nota en la voz.
Volviendo al pasado, su padre, D. Luis Algarra, fue quien puso el nombre del hierro en boga. Todas las figuras de los noventa, Ponce, Joselito, o José Tomás. Fue él quien eliminó el anterior ganado, con procedencia Benítez Cubero, y compró animales de sangre de Juan Pedro. Y es que Luis «era una persona superaficionada a toda clase de animales. Entonces, él con el otro encaste, pues no encajaba. A él le gustaba este tipo de toro, que era un toro que él ha amoldado a su gusto, con esa clase, ese ritmo, esa fijeza. Entonces, bueno, pues fue un acierto total» el cambio de encaste.

Y es que Luis Algarra fue «un referente, tú imagínate, porque mi padre, yo lo digo, en el año 90 fue el top, lo máximo de todas las ganaderías. La prueba evidente que en aquel entonces todo el mundo quería sangre Algarra y, por una vía y por otra, casi todas las ganaderías tienen encaste Algarra, casi todas, por no decirte todas, porque es un toro después que liga muy bien con todas las ganaderías. Pues entonces, claro, el tener ese peso con un ganadero tan respetado por todas las demás ganaderías, por todos los demás ganaderos, el mantener ese peso y no defraudar y seguir ahí manteniendo la ganadería, pues un peso fuerte, que es lo que te hace que el día a día, nos estemos superando cada vez más porque para no defraudar y llevar a la ganadería de nuevo al top que tuvo mi padre».
Buscando el toro soñado
En 2026 se cumplirán veinte años con Aurora a la cabeza de la ganadería, siguiendo un legado importantísimo en la cabaña brava, pero buscando una personalidad propia, buscando ese animal que, «todavía lo tengo en la cabeza», aunque «todos estos años de la ganadería, pues sí ha salido el toro que estoy buscando. Ha habido toros importantísimos como el de Teruel de hace 2 años, que es el típico toro que tú sueñas, con algunos matices que hubiese querido mejorar, pero es el típico toro que tú sueñas para tenerlo en la ganadería, por su comportamiento, por la alegría, por la bravura, por esa movilidad. Ha habido otro toro que también he soñado con él, que también le pidieron el indulto en Jaén hace 5 o 6 años, un toro excepcional. Y también el indultado recientemente en Palencia. Voy consiguiendo toros con lo que yo tengo dentro, lo que yo estoy buscando en la ganadería, pero seguimos en procedimiento para que salgan todavía más como esos». Precisamente Roca Rey lidio a Jarenero en Teruel en 2023. Un toro que tuvo una petición alta de indulto, y que fue premiado con la vuelta al ruedo. «Yo creo que fue de indulto clarísimo, cumplió en todos los tercios. Salió con esa bravura, salió con esa alegría, dos pullazos que yo creo recordar que tiró al caballo, o sea, el toro cumplió en el caballo y después el toro como se le arrancaba en la muleta... y otra cosa, cuando la gente vibra y pide indulto toda la plaza, yo creo que es por algo, algo pasado, se ha emocionado por algo y además yo creo que ese tipo de toro hubiese hecho un bien fenomenal a la fiesta, a la ciudad. ¿Por qué ese toro no se indulta? Yo la verdad que me quedo decepcionada y me encantaría preguntarle a la presidenta qué vio ella en el toro, que qué característica, qué cualidad vio para que el toro no se indultara cuando lo pidieron». Y es que, aquella tarde, casi todo remaba a favor de la vida de un toro que fue bravo y enclasado, «Martita (su hija, que estaba ese día en la plaza) le suplicó a la presidenta. El torero, alargó todo lo que pudo» hasta recibir, de hecho, un aviso, «entonces, vamos a ver ¿qué es lo que hay que hacer? Porque yo creo que cuando tú, con todo mi respeto, te pones en un palco, te debes a un público. Además, es mucho más fácil porque tú dices, "me está pidiendo el ganadero, el indulto del toro, pero aquí hay cuatro pañuelos... pues yo veo que eso es dificilísimo. Pero si tú ves que toda una plaza con un acontecimiento único que además desde el año 1997 no se daba ni vuelta a rueda, imagínate lo que hubiese sido para Teruel el indulto. ¿Cómo se va ese animal? Con lo difícil que es conseguir un toro con esas cualidades».

La bravura interesante
Jarenero fue el ejemplo vivo de lo que en su día definió Fernando Cuadri sobre esta ganadería, de la que dijo que era el toro noble con interés. «Imagínate lo que es que te diga un genio de los ganaderos, de los antiguos que ya no quedan, eso, que bonito... Cuando terminó Madrid tenía una llamada de él y me dijo, "mira, yo primero te voy a dar la enhorabuena como aficionado porque qué bonito el pelaje, y luego por el comportamiento, lo que me ha gustado es que han conjuntado la clase con el picante la transmisión que ha tenido ese primer toro con esa hechura" Entonces, claro, ¿qué estamos buscando? Pues estamos buscando no salirnos de lo que ha sido la ganadería de Algarra que consiguió mi padre, que fue la clase, esa clase excepcional, pero unida a la casta, que hay veces que no me sale, hay veces que a mí no me sale lo que yo estoy buscando, porque a mí me gusta la clase, pero la clase encastada, claro, no la clase bobalicona. Una clase encastada que conecta arriba».
Sin embargo, esa raza de los animales que tanto se buscaba antes por las figuras, ahora queda un poco apartada del circuito de los cabezas de serie. Y aunque se está recuperando, poco a poco, el interés por las figuras por esta casa (no hay más que ver que Roca Rey repite con Algarra después del triunfo de 2023, en una corrida en la que esta ganadería remendó, con tres toros, un encierro de María Loreto Charro), si es cierto que, de algún modo, esa bravura puede llegar a molestar. Las figuras, de un tiempo a esta parte, se han acomodado, y es que «en el momento que yo me he subido un punto más y ha habido toros que, a lo mejor, les ha faltado esa clase porque han tenido ese puntito, evidentemente la figura pues bueno, pues la han dejado entre comillas, aunque siempre si tú te fijas estos 20 años todos los carteles, pues siempre he tenido toreros que había ahí en el escalafón de primera».

Tres gallos en Teruel
En esta ocasión, el propio Roca Rey ha sido el que ha tirado para alante con esta corrida, «porque quería este hierro después del triunfo de hace dos años, y ha tenido la cosa decir, oye, pues quiero repetir con una corrida de Algarra». El paseíllo lo completarán Borja Jiménez y Fernando Adrián. Un cartel de mucho interés para la ganadera porque «Borja es de la casa, es amigo de todos los niños, y Fernando Adrián viene de indultarnos el toro. Entonces, a mí el cartel me motiva una barbaridad porque sé que, si uno va a estar bien, el otro va a querer estar mejor y el otro todavía mejor». Y es que la terna «son tres gallos de pelea, son unos toreros poderosos que van a poder con todos los toros, con el que menos que haga van a hacer todo lo posible porque aquellos embistan. Entonces, bueno, pues el cartelazo de la temporada para mi gusto mío».

En la búsqueda de ese toro bravo ha tenido mucha incidencia la pandemia del coronavirus. Este año se cumplen cuatro desde la vuelta a la normalidad, desde que volvieron los festejos, desde que los ganaderos tuvieron que deshacerse de muchos animales. Estos son los años en los que faltan toros porque las ganaderías redujeron el número de cabezas. Y eso, en el campo, se nota. Pero de las crisis surgen oportunidades. Fue una época difícil en la que «tuvimos que aguantar, la verdad, tuvimos que mantenernos, tuvimos que esperarnos ahí, y aquello fue una pena. Matamos un montón de toros, por lo menos nos sirvió para sacar sementales, porque matamos un montón de toros a puerta cerrada y lo tomamos como una fuente de casta y una fuente genética que tuvimos para para poder remontarnos. Todo lo que tuvimos malo en aquella época, que se mató una barbaridad, es lo que ha hecho que este año haya mucho menos toro y que el toro haya subido un poco más de precio ahí, y eso hace que todas las pérdidas que tuvimos ahora la estamos compensando poco a poco». Y es que Aurora ha conseguido mantener las doscientas veinte vacas que venía teniendo, sumando, en este momento, hasta diecisiete sementales padreando.

El futuro está aquí
Con un presente palpable, con triunfos importantes como en Madrid, el futuro se antoja esperanzador en esta casa llena de solera. Y es que la ganadería de Algarra, no se acaba aquí porque Aurora, junto al también ganadero José Murube, tiene «cinco hijos y todos son superaficionados y más concretamente Marta, que va a coger el relevo. Yo creo que lo más importante de esto es que va a tener un relevo generacional, que es lo más importante y que no se va a acabar en mis manos, ¿sabes? No se va a acabar y que seguiremos luchando y yo creo que la ganadería va a ir ascendiendo porque afición tenemos una barbaridad, tenemos un legado que ha sido, para mi gusto, muy importante y que este legado no se va a terminar en mis manos, afortunadamente».
Ahora ya solo falta que el Pan y Toros acompañe el cadencioso andar de los toreros en el paseíllo, que suenen los clarines para dar paso a la bravura que saldrá por la puerta de los chiqueros. Que el tiempo nos respete, y que la afición turolense responda a la llamada. Porque los toros de Algarra darán todo lo que tienen que dar. Por regularidad, por raza. Por su sangre de toros bravos.